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El público abarrotó por completo el Club de Prensa del Diario de León para arropar a la escritora

Margarita Torres: «Enrique no conoció otra patria que la espada» Desde Burgos al senado romano

«Este personaje no llegó a ser rey precisamente por el elevado sentido del honor que tenía»

Portada de la novela histórica, ambientada en el siglo XIII

Publicado por
Emilio Gancedo - león
León

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La tensión literaria y el rigor histórico. La vibración de la aventura y el descubrimiento de un personaje único. La amenidad y la investigación minuciosa. La pasión y el entusiasmo puestas en cada una de las frases. Todo ello se mezcla en Enrique de Castilla (Editorial Plaza y Janés) el nuevo libro de la bañezana Margarita Torres Sevilla que ayer se presentó en un abarrotado Club de Prensa del Diario de León. El director del suplemento literario del Diario, El Filandón , y el escritor y colaborador de este periódico Javier Tomé se encargaron de presentar a esta joven profesora de Historia Medieval de la Universidad de León que desde la divulgación y la investigación de sus primeras obras, Linajes nobiliarios en León y Castilla , El Reino de León en el siglo X o El Cid y otros señores de la guerra , dio el paso definitivo hacia la popularización de su obra con Las batallas legendarias y el oficio de la guerra (Areté-Plaza y Janés), un libro que, como recordó Javier Tomé, representó a España en la pasada edición de la Feria del Libro de Frankfurt. «No conoció otra patria que la espada», dice Margarita Torres a propósito del protagonista absoluto de su novela, Enrique de Castilla. El cuarto hijo del último rey de León, Fernando III, hermano por tanto de Alfonso X el Sabio, vio la luz en un mundo difícil para los que no tenían la fortuna de nacer primogénitos. Margarita Torres esbozó la estructura básica de su novela en un resumen que logró transmitir su pasión por la historia («la mayor y más bonita aventura», dijo) y su infinita curiosidad por el pasado de su tierra a todos los presentes. Así, Torres explicó cómo el infante Enrique nació en una época convulsa, recién unidos bajo una misma corona los reinos de León y de Castilla, unión «no perfecta y que chirriaba un tanto». Unos años de intrigas, rivalidades y de impulso decisivo para la Reconquista, que por primera vez traspasaba el río Guadalquivir. En esas batallas, especialmente en la toma de Sevilla, destacó Enrique por su valentía, fortaleza y otras virtudes, entre las que no estaba ausente la poesía. Pero los odios y las envidias, presentes en todo tiempo y lugar, como recordó Torres, le hicieron caer en desgracia y la pasión que sentía por su gran amor, Constanza, le impulsaron a ganar un reino para ella, ya que sólo si ceñía corona podría casarse con él. Las aventuras que corrió para conseguir ese objetivo le llevaron a Francia, Inglaterra, Túnez; y de allí a Roma, donde alcanzó gloria y el puesto de senador. Pero la fama otorga y despoja de sus favores a los hombres con ligereza, y un hombre que «lo tuvo todo, pasó a no tener nada, y a estar encadenado de pies y manos 22 años en un castillo». Logró regresar a Castilla con un único patrimonio: su «elevado sentido del honor». Éste estaba intacto. Castilla, Inglaterra, Granada, Francia, Túnez, Italia... decenas de lugares visitados y siempre con un puñado de guerreros leoneses que lo seguían a todas partes. La odisea de Enrique de Castilla es tan fascinante que podría pasar por ficticia. Pero Torres, que quiere primar la honestidad con el lector ante todo, rastreó a conciencia su vida y sabe que en los archivos está la clave de la veracidad de esta crónica.

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