Goodbye jazz

Con un lleno a rebosar y el cartel de no hay entradas en la puerta varias horas antes, comenzó en la Obra Social de Caja España el primero de los tres conciertos del ciclo Otoño jazz -que tiene mucho de lo primero y poco de lo segundo-. Las modernas tendencias del jazz parece que se desvían cada día más del clasicismo o de lo que hasta ahora se ha dado en llamar All jazz, para entrar en una fase de jazz fusión, en la que el virtuosismo prima sobre los demás elementos del jazz. Apoyándose en un bajista de extraordinaria técnica, como es Avishai Cohen, el concierto de anoche fue todo un recital demostrativo de las virtudes que cada uno de los solistas posee, partiendo de un batería Mark Guiliana, un auténtico mostruo de las cajas y de un pianista como Sam Bar-Sheshet, que además de tocar el piano barrió sobre dos teclados y el melódico, todo fue una continua sucesión de ritmos afrocubanos, mezclados con beb-bob, el soul y demás sonidos latinos y americanos. No cabe duda que el bajista Avishai Cohen posee, además de unos conocimientos profundos de lo que es el instrumento grave, una gran dosis de lucimiento, tanto con el arco como al punteo. Supo mezclar perfectamente la variedad de sonidos que arrancaba a su instrumento con las modulaciones a veces un tanto atonales del piano y la genialidad de un baterista que conoce todos los trucos y sabe sacar el máximo rendimiento de algunos temas que no dan para más. Lo cierto es que el jazz que actualmente se escucha cada vez más por las salas de conciertos está muy lejos de lo que hasta ahora se conocía como jazz de alta escuela. Se le puede llamar cualquier cosa menos su nombre genérico. De todas las maneras, siempre es bienvenido un concierto de estas características en una ciudad donde el secano del jazz es permanente. Los numerosos aplausos que el público les brindó sirvieron para que el trío ofreciera dos propinas que no aportaron nada nuevo a un recital muy equilibrado pero también muy monótono.