Diario de León

El escritor berciano comparte autoría con el valenciano Alberto Jimeno

César Gavela gana el Premio de Narrativa Ciudad de Valencia

«La sagrada familia» es una novela «mediterránea» gestada durante años

Gavela ya ganó el año pasado el premio Torrente Ballester

Gavela ya ganó el año pasado el premio Torrente Ballester

León

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Más de cinco años de escribir y reescribir, contar y cortar, empeñarse y abandonar, hasta dar forma a La sagrada familia , una novela «mediterránea, con Barcelona siempre al fondo, ambiciosa y con un final operístico». Con esta obra el autor berciano César Gavela (Ponferrada, 1953) ha obtenido el Premio de Narrativa Ciudad de Valencia, bautizado como «Blasco Ibáñez», que le será entregado próximamente por la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, y que está dotado con 12.000 euros. La sagrada familia está escrita a medias con el autor valenciano Alberto Jimeno, íntimo amigo de Gavela, al que conoció compartiendo trabajo como funcionario de Hacienda. Pletórico, el escritor berciano definía ayer el proyecto premiado como «el resultado de un trabajo felizmente insensato elaborado durante años». La obra premiada, que será editada por Algar, desgrana el escrito en el que fray Narcís, monje en Montserrat, repasa la historia de su familia para que la lea su sobrino, internado en un orfanato de Burdeos y último miembro de la saga de una gran familia catalana, «una familia de industriales que lo ha sido todo y lo ha perdido todo». Con la Barcelona de Gaudí y el Modernismo de fondo, la novela hace un viaje por las ilusiones, desavenencias, bondades y traiciones de esta saga familiar hasta los años cuarenta, cuando fray Narcís, incapaz de soportar el peso de la historia familiar, se hace monje e interna a su sobrino. Ambicioso César Gavela define este trabajo como fundamentalmente ambicioso, «al que nos hemos dedicado intensamente durante años». Una novela «sobre las ambiciones y las ilusiones, con momentos para reir y para llorar, de final operístico. Quizá, hasta un poco feliniana, estrafalaria». Conseguir la uniformidad en el estilo siendo dos los autores ha sido el mayor esfuerzo de este trabajo. «Teníamos que escribir y reescribir, ir negociando cada parte del guión. Por eso optamos por seguir los dos el estilo que se le supone al fraile, riguroso y minucioso, como corresponde a un hombre complejo, bueno pero abrumado por las circunstancias». Y montones de revisiones. Un ejercicio de abandonos temporales para acometer otras obras, y vuelta a la asignatura pendiente hasta terminar un libro en el que tanto Gavela como Jimeno habían puesto desde el principio un especial empeño. «Incluso presentamos el trabajo original a una editorial. Nos animó mucho que elogiaran el trabajo, según el editor el mejor que había recibido en mucho tiempo. Pero era demasiado largo, más de 700 páginas publicadas, demasiado para la mayoría de los lectores». Por eso el siguiente esfuerzo de los dos autores fue el de recortar la historia sin que perdiera un ápice de su fuerza. «Incluso se podría decir que ha ganado, comenta Gavela. Sigue siendo una novela larga, publicada tendrá alrededor de 400 páginas, pero sin duda es de fácil lectura, agradable». Además, los autores confían en la oportunidad del momento en el que se publica, con Barcelona y el catalanismo en plena efervescencia. Berciano y mediterráneo El escritor de Ponferrada reconoce que esta obra supone un punto de inflexión en su trayectoria, pero añade: «También soy yo en este libro. Soy berciano y leonés, eso queda claro en mis obras anteriore; pero también llevo muchos años viviendo en Valencia, fascinado por Barcelona, y estoy impregnado de este ambiente mediterráneo. Se puede escribir también sobre aquello que se conoce y se quiere, aunque no sea lo propio de uno. En realidad, no me ha resultado difícil imaginar una trama en el ambiente barcelonés de principios de siglo. Pero no deja de haber guiños a Ponferrada en esta obra». César Gavela y Alberto Jimeno, ganadores del Premio de Narrativa Ciudad de Valencia con la novela La sagrada familia , comparten algo más que sus aficiones literarias y una íntima amistad. Comparten la fascinación por Barcelona, la ciudad donde se desarrolla la trama del libro. El autor de El puente de hierro y El obispo de Cuándo , colaborador de Diario de León y Premio de Narrativa Torrente Ballester, confiesa que esta pasión por Barcelona está arraigada en «muchas de las personas que vivimos el inicio de la juventud y de la vida universitaria en los últimos años del franquismo. Barcelona era para nosotros una ciudad mítica, en la que el régimen parecía un poco más resquebrajado que en el resto del país. Era casi una ciudad extranjera, más europea que el resto del país. Barcelona era el país de los pobres, y aún hoy sigue ejerciendo una fascinación especial sobre mi. Por eso voy con mucha frecuencia, la conozco perfectamente, y no me resulta complicado entrar de lleno en su ambiente».

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