INTERFERENCIAS
Empacho
UN TRANCAZO de mil demonios es la coartada perfecta para empacharte de tele, o casi. Sobre todo a horas que la rutina diaria impide frecuentar. Por ejemplo, ayer a media mañana. Y no esperaba encontrarme el despliegue de publicidad directa que ahora se gastan las teles. La primera fue María Teresa Campos, que en Día a día (Tele 5) nos contó maravillas de unos muebles funcionales. Después, en La cocina de Karlos Arguiñano (La Primera), el popular cocinero y su hija Eva nos enseñaron a preparar crepes de uva, que tienen una pinta bárbara. Las uvas eran de una marca que la cámara mostró cuando dijeron su nombre. La batidora y el mobiliario también de una conocida marca. Y el queso. Un armarito-expositor lleno de los quesos que patrocinan el espacio. Acto seguido, aparece Inés Ballester antes de despedir Por la mañana (La Primera), para hablarnos maravillas de unas conocidas galletas. Suficiente. Seguro que son más los casos de esta práctica que no augura cosa buena para un medio que tiene en la publicidad su principal fuente de ingresos, pero al mismo tiempo a su peor enemigo ante la audiencia. Puede que los responsables de marketing hayan concluido que los spots convencionales pierden eficacia por simple saturación. Puede. Pero con esta nueva práctica se hace televisión jurásica y encima «cantan» a capella...