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Merino analiza hoy «la familiaridad y la extrañeza» que le provoca León

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Emilio Gancedo - león
León

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José María Merino visita esta tarde la Biblioteca Azcárate de la Fundación Sierra Pambley para contribuir con su presencia y su palabra al ciclo literario Narradores, distancias , que se viene desarrollando desde el pasado 10 de octubre con la participación de destacados creadores leoneses: Luis Mateo Díez, Elena Santiago y Josefina Aldecoa. El próximo 12 de diciembre Antonio Pereira pondrá punto y final a estas jornadas de diálogo literario leonés con la conferencia Las raíces y las alas . En concreto, el escritor José María Merino llevará a cabo un recorrido sobre su «relación personal y literaria con la ciudad de León», según ha manifestado. Una capital que «ha conformado -apunta- los espacios narrativos y los ámbitos de muchas de mis novelas». El título de Familiaridad y extrañeza viene dado por los sentimientos contrapuestos que le provoca la ciudad: familiaridad por la sugestión mítica y literaria, la inspiración que le ha venido prestando a lo largo de todo este tiempo, ya que, como dice «soy más leonés que muchos de los nacidos aquí» (Merino, aunque criado en el viejo Reino, nació en La Coruña); y extrañeza por una evolución de la ciudad que le sorprende con cada nueva visita. Para él, León sigue siendo un territorio mítico, sobre todo por el hecho de no haber nacido aquí «y porque perdí la familiaridad con él a los 17 ó 18 años», puntualiza. «Muchos de mis compañeros se han visto fuertemente marcados por el escenarios rurales leoneses -reflexiona-, pero yo lo fui por los mitos de la ciudad». Así, para el niño y el joven Merino «León era un reino muerto, estar aquí constituía un viaje a un pasado lejano, propio de otro tiempo», afirma. Y mantiene: «Para mí León nunca ha sido contemporáneo». Pero a pesar de esa impronta urbana y mítica que dejó en José María Merino esta ciudad milenaria, en realidad su carácter, asegura, «es contradictorio», ya que si bien a veces muy pocos rasgos le separaban del campo leonés, en otras se encontraba muy alejado. «Yo conocí un León que todavía vivía dentro de sus murallas, que era una especie de bastión en medio del campo»; y agrega: «Los campesinos de entonces iban a León con la misma emoción con que nosotros vamos a Nueva York». Por otra parte, y a diferencia de otros autores suyos de misma o cercana generación, Merino conoció tan sólo «el aspecto bucólico del campo». «Yo iba de veraneo después de la siega y la trilla, cuando el campo era ese territorio maravilloso que cantaban los griegos y los romanos», comenta. Era éste un campo leonés que resultaba «anacrónico», ya que en él seguían vigentes costumbres y hábitos que habían permanecido invariables desde la Edad Media. De todas formas, y fuera como fuese, el caso es que este autor ha llegado a sentirse incluso «parte física» de la ciudad. Merino también dará lectura durante su intervención a una serie de cuentos muy breves que próximamente publicará en un libro: Cuentos de la casa de la noche . Hora y lugar: A las 20.00 en la Biblioteca de Azcárate, junto a la Catedral. Entrada libre.

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