Buen olor...

MIREN, ANOTEN y vean la cantidad de odoríficos (pero aromáticos) que asoman por la tele de este tiempo prenavideño. Perfumes, cantidad de perfumes, líquidos por cuyo envase pagas un pastón gracias a ese milagro coyuntural llamado diseño. Los anuncios son una pasada, apoteosis visual, derroche de imaginación, esencia de sofisticación. Disculpen el entusiasmo, pero es que... No viene al caso poner marcas, pero hay uno que despunta por lo mucho que sugiere: Les parfums Jean Paul Gaultier . Corta la pantalla en formato «scope» y duplica imágenes simultáneas. Colores oscuros y metálicos, crisol de razas. Y formas, ese subliminal lenguaje que invita a la seducción. Esa es la idea. Cuando tanto se habla de sexismo, de explotación del cuerpo, de incitación a nosequé instintos (obviamente los relacionados con la cosa erótica). Cuando tanto se reprocha a la tele que debiera estar más vigilante a este tipo de mensajes. Cuando algunas voces gruesas incluso atribuyen a la publicidad algunos lamentables desmadres relacionados con el sexo. Cuando todo eso y muchos más está en las voces, los publicistas se lucen en unos magníficos spots, gozadas visuales que derrochan ingenio en sus mensajes. Habrá quienes vean en la forma de ese frasco algo más que un simple frasco, claro que sí. Sin duda, los anuncios de perfumes son las joyas de la corona publicitaria.