Fallece Raúl Ferreras, propietario de los estudios de sonido Cascabel

Nunca resulta fácil tener que escribir de quien se ha ido y mucho menos si esa persona es además un amigo entrañable con el que se han compartido algunos de los mejores momentos. Raúl Ferreras lo era y a él quiero dedicarle este último recuerdo. Su lucha contra el destino fue larga y en algunos momentos penosa, pero su entereza y coraje, apoyado en la impagable entrega de Nieves -su mujer- y de su dos hijas -Kathy y Mónica-, lo mantuvieron aferrado a la vida igual que lo hacía cuando se obstinaba en sacar adelante sus impecables registros hasta dejarlos convertidos en puro néctar sonoro. Su pasión fue la música y a ella dedicó toda su vida y su amor, a pesar de que sus últimos trabajos en el Auditorio pasaran casi desapercibidos para el hombre de a pie. Un poco el reflejo de como él era: sencillo, callado y sin embargo un gran profesional. Se hizo ingeniero de sonido porque, además de gustarle, le permitía ser lo que siempre fue: un perfeccionista y un investigador, un creador en este siempre difícil mundo de las corcheas. Tan perfeccionista y con tan buen oído que era capaz de apreciar la calidad humana de quienes se acercaban hasta su acogedor «refugio» con sólo oír el timbre de su voz. Su prestigio fue más allá de nuestras fronteras  y su nombre apareció en las mejores revistas especializadas como uno de los mejores ingenieros de sonido que ha tenido este país. Avalado por dos premios nacionales del disco, los músicos de todas las tendencias se lo rifaban porque sabían que con Raúl no había que discutir de técnica ,sólo compartir ideas  y  dejarle hacer; los resultados siempre eran impecables.