Hoy termina un año que en materia televisiva ha sido bastante movidito. En las alturas hemos tenido cosas tan gordas como el follón digital y sus prolongaciones en las cadenas locales; en las bajuras, cosas tan lamentables como 'Hotel Glam'. Sospecho que la mayoría del público, si hace memoria, se quedará sobre todo con este último asunto: la auténtica alarma social suscitada en torno a dos o tres programas -no más- que han devuelto a la actualidad el término
. Tan patente ha sido esa alarma que hasta los políticos, habitualmente muy timoratos a la hora de pisar públicamente terreno catódico, han echado su tercio a espadas: tanto el presidente del Gobierno como el partido de la oposición han proclamado la necesidad de poner fin a esas cosas -será interesante ver qué hacen para pasar de la potencia al acto. Por lo demás, la gran protagonista del año ha sido la creación audiovisual española, y ello tanto para lo mejor como para lo peor: para lo peor, porque este año ha habido un número de fiascos poco habitual; para lo mejor, porque nunca había estado tan clara como ahora la hegemonía absoluta de nuestros productos con series como 'Cuéntame', 'Ana y los siete', 'Hospital central', 'Los Serrano' y, por supuesto, 'Aquí no hay quien viva', que es sin duda alguna la gran revelación del año. Otras revelaciones, pero en negativo, son las de los grandes concursos: 'Operación triunfo' y 'Gran hermano', en franco retroceso el primero, claramente estancado el segundo. 'Operación triunfo', que empezó el año con los casi ocho millones de espectadores de Ainhoa, lo ha terminado con un aire como de estadio llen o de aficionados que le piden al árbitro que pite el final; se ha mantenido en buenas cifras, pero no ha satisfecho unas expectativas demasiado altas. Y en cuanto a 'Gran hermano', este año ha confirmado que es trampolín más rentable para los que se van que para los que se quedan, lo cual no deja de ser una patente perversión del objetivo del propio concurso. ¿Más cosas? Lorenzo Milá dejó las 'Noticias' de La 2. Parada deja 'Cine de barrio'. Piqueras vuelve a asomar en la noche. Y entre los retornados se divisan ya los rostros de Carmen Sevilla, Mercero, Íñigo y Chicho Ibáñez Serrador. Nace la 'instant-movie' con perspectivas más bien pobres. Los programas
arraigan y crecen -'Salsa rosa', 'Dónde estás corazón', 'Aquí hay tomate'- y las series americanas demuestran que enganchan poco al público, salvo excepciones como la de 'CSI'. El año que viene anuncia pocos cambios. La vida sigue igual.