Escritor, autor de 'Lágrimas grises'
«El conflicto vasco ha llegado a un estado de gangrena preocupante»
El autor leonés se mete en su nueva novela en la piel de un ciudadano apolítico y descreído a quien envuelve la espiral de violencia radical que inundó el Euskadi de los años ochenta
Juan José Domínguez es un leonés de nacimiento catalán y adolescencia y juventud pamplonesas: su vinculación con el Viejo Reino le llega a través de sus padres y de sus largas y fecundas estancias veraniegas en el pueblo de Quintana del Castillo; todo lo cual es ya bastante para considerarlo un escritor cis-astur por los cuatro costados. Hace tres años nos sorprendía con Sombras de la Cepeda , la vivencia novelada del discurrir de una infancia en esta comarca leonesa durante la posguerra española. Ahora acaba de terminar Lágrimas grises (Editorial Huerga y Fierro), el fruto de una intensa labor documental y de un férreo control estilístico, una visión lúcida sobre un conflicto, el vasco, que Domínguez ha visto recrudecerse y evolucionar hasta llegar al momento actual, un estado «de gangrena», como él mismo lo califica. -¿Por qué has escrito este libro? ¿Tiene algo que ver el hecho de haber vivido todos estos años en Pamplona? -La razón fundamental es una combinación de dos factores; por una parte mi experiencia vital en Pamplona, las personas que he conocido y conozco aquí, y los acontecimientos que he visto, y por otra, el hecho de que, en mi opinión, el problema de Euskadi ha llegado a un estado de degeneración tal que el cuerpo me pedía escribir sobre ello, recrear en forma de narración sentimental esta etapa histórica correspondiente a los últimos veinte años de la historia de España. Y más concretamente, entre los años 1983 y 1984. -¿Por qué precisamente esos años? -Porque creo que 1983 marca el punto de partida de la degeneración del conflicto vasco. En ese año ETA político-militar renuncia a la lucha armada, pasando a integrar Euskadiko Ezkerra, pero ETA militar persiste en la violencia y se deja entonces de percibir con claridad el final del conflicto. Y lo más importante, es un momento en el que se consolidan grupos parapoliciales que deciden actuar por cuenta propia. Creo que no puede hablarse del fin de la transición en el País Vasco y Navarra hasta que no termina esa guerra sucia . -¿El protagonista es personal, o es colectivo, es todo un pueblo? -He elegido un protagonista, que habla en primera persona, y que representa el mayor grado de objetividad posible; se trata de típico ciudadano medio de Pamplona que no responde al cliché del militante, es más, vive por completo al margen de la política. No obstante, una nueva situación familiar le va implicando cada vez más hasta convertirle en un sujeto activo del conflicto. -¿Cuál es esa nueva situación? -Descubre que uno de sus hermanos mayores es un terrorista de ETA, cuando todos ellos pertenecen a una familia de clase media-alta y de derechas, de tradición navarrista-españolista. Para recrear esa situación no me he fijado en ningún ejemplo real, se trata más bien de una síntesis de muchos sucesos que ocurrieron realmente en aquella época y de los que yo tuve noticia. Por eso también he elegido Pamplona como exponente de ciudad vasca, porque el voto allí está muy polarizado; en las últimas elecciones EH obtuvo el 20% de los votos, cifra mayor que en Vitoria, Bilbao o San Sebastián. -¿Es más importante el contenido político o el social? -El social, ya que hablo de tragedias personales, agudizo sentimientos y desastres (desde la joven viuda de un guardia civil a la violencia policial indiscriminada) que son fruto de problemas políticos que alcanzaron su punto álgido en los ochenta. En esos años se producía un fenómeno de acción-represión de enormes proporciones; por un lado ETA golpeaba duro, lo cual provocaba que los Cuerpos de Seguridad ejerciesen una represión a veces desmedida contra la población en su conjunto, no sólo sobre los terroristas, lo cual movía a una gran parte de la sociedad a posicionarse tanto contra la violencia de ETA como contra la de la Policía y Guardia Civil, quienes en aquellos años solían hacer un uso masivo de torturas. Además aparecen los GAL, provocando que el conflicto se enquistara aún más. Después de esta década los métodos policiales se democratizan y el problema entra ya en otra dinámica. -¿Cuál es, a tu juicio, la solución para este estado de cosas? -No veo que tenga solución. Ahora mismo existe un rechazo mayoritario a ETA, lo cual no quiere decir que mucha gente no siga apostando por la independencia. Creo que el PP está adoptando una postura de confrontación total con el nacionalismo en vez de buscar pautas para un equilibrio; la derecha vuelve a partir otra vez de una concepción de lo que yo llamo «falsa España», basada en la hegemonía del castellanismo acomplejado frente a las ricas regiones periféricas. La mayoría de la gente quiere vivir en paz, pero también rehúsa planteamientos frentistas para solucionar el problema del terrorismo. Para mí lo mejor sería que la izquierda ganase las elecciones, el conflicto perdería entonces tensión. -¿Cuándo estará la novela en las librerías? -Dentro de un mes, aproximadamente. La presentación será el 17 de marzo en Pamplona, donde estaré acompañado del periodista Gorka Landáburu, y también sobre esa fecha en el Ateneo, en Madrid.