Vidrieras para la humanidad El Príncipe y Letizia Ortiz visitan en privado la exposición de Manet

Ocuparían el puesto 39, pero sólo numéricamente. El verdadero privilegio es ingresar en la lista de bienes españoles protegidos por la Unesco. Las vidrieras de la Catedral de León, pese a constituir uno de los mejores conjuntos de toda Europa, no han sido admitidas en el «club» de la catedral de Burgos, la Alhambra de Granada o El Escorial. El alcalde de León, el socialista Francisco Fernández, ha dado el primer paso. Su iniciativa pretende conseguir el mayor número de adhesiones para que los vitrales del templo gótico, con 1.800 metros cuadrados de superficie, sean declarados Patrimonio de la Humanidad. En 1993 el Camino de Santiago recibió esta distinción, que debería ser extensible a los monumentos de toda la ruta -como la Catedral-, pero, en la práctica, la falta de unos límites claros han privado a la milenaria vía de peregrinaciones de las ventajas que confiere tal título. Aparte de la ruta jacobea, León sólo figura desde 1997 en los archivos de la Unesco por Las Médulas. El año pasado, coincidiendo con el centenario de Gaudí, las ciudades a las que el genial arquitecto legó su obra acordaron solicitar la declaración de Patrimonio de la Humanidad para el conjunto de sus edificios -incluida la casa de Botines en León y el palacio episcopal de Astorga-. Una candidatura que podría, paradójicamente, rivalizar con la que respalda el Ayuntamiento, cuyo objetivo prioritario es captar firmas y adhesiones para la Catedral. La primera llegaba a las veinticuatro horas. La Cámara de Comercio ha expresado ya su apoyo «incondicional». No deja de resultar también singular que el primer edificio en ser declarado Monumento Nacional, la Catedral de León, haya quedado relegada por la Unesco. Los méritos El Ayuntamiento tiene en su poder un estudio que justifica los méritos de los vitrales de la Catedral para ser declarados Patrimonio de la Humanidad. Pero basta hacer recuento: tres grandes rosetones, de ocho metros de diámetro cada uno, 112 huecos grandes y 48 lancetas. Una auténtica «joya» que, sin embargo, no ha contado con una consignación presupuestaria fija que garantizara la recuperación íntegra de todos los vitrales. El taller que dirige Luis García Zurdo ha salvado, de momento, 400 metros cuadrados. El Príncipe de Asturias y su prometida, Letizia Ortiz, visitaron ayer por la tarde en privado la exposición de Edouard Manet en el Museo del Prado. Felipe de Borbón y su novia, acompañados del presidente del Patronato de la Pinacoteca, Eduardo Serra, y de la comisaria de la muestra, Manuela Mena, recorrieron la exposición, junto al público que una hora antes de cerrar el Prado admiraba la maestría del pintor francés. Los asistentes mostraron en todo momento su respeto hacia la pareja, cuya presencia causó gran expectación y más de uno no pudo evitar acercarse hasta ellos para felicitarles por su compromiso. El Príncipe y su prometida realizaron el recorrido habitual de cualquier visitante de esta muestra y admiraron en primer lugar uno de los trabajos más emblemáticas de Manet, el Pífano, que se exhibe, junto a una de las obras maestras de la pintura española, Las Meninas , de Velázquez. Caminando gran parte del recorrido de la mano, la pareja permaneció más de una hora en el interior de las diez salas en las que se recogen las más de cien obras, entre óleos y dibujos, que exhibe el Museo del Prado del artista francés cuyo viaje a España cambió su forma de trabajar.