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El leonés Pelayo Tahoces actuó como solista en el Auditorio

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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Muy conocido para el gran público desde que Oliver Stoone lo incluyera en su magnífica película sobre la guerra del Vietnam Platoon , el celebérrimo Adagio de Samuel Barber para orquesta de cuerda fue la obra con la que se abrió el concierto del pasado domingo en el Auditorio a cargo de la Orquesta Odón Alonso con su titular Dorel Murgu en el podio. El tema fue transcrito para gran orquesta de cuerda por el propio Barber de su Cuarteto nº1 y es una página llena de tristeza y pesadumbre. No le fue difícil a Dorel extraer de todas las secciones por las que va pasando el tema, un sonido empastado y denso, pese a que en determinados momentos los desajustes en las entradas se hicieron patentes. La obra resultó gratificante por la hermosura de su contenido. La segunda o bra programada, el Concierto para violonchelo y orquesta en re menor de Edouard Lalo, nos deparó un feliz descubrimiento en la persona del solista Pelayo Tahoces, un joven leonés, profesor de la Escuela Municipal de Música, quien, pese al nerviosismo del primer tiempo, brindó toda una lección de expresividad, seguridad en la exposición y equilibrio, algo que fue correspondido por el buen hacer en el acompañamiento de la orquesta, medida, atenta y muy compenetrada, lo que otorgó a toda la exposición un halo de trabajo bien hecho. A destacar el precioso Intermezzo en el que el solista lució su excelente fraseo y su poder de comunicatividad. El final majestuoso y vivo fue el esperado colofón para una obra y un solista que estuvieron a un nivel más que correcto. Un grato descubrimiento. Concluyó el concierto con las ya manidas Suites de L¿Arlesiann e de Bizet, obra muy frecuentada por la Odón Alonso antes y ahora. Escrita en su origen en reducción para orquesta de 27 músicos, cada una de las Suites está dividida en cuatro partes en las que se muestran melodías tradicionales francesas, como el conocido villancico que arranca con la marcha de los Reyes con la que se inicia el preludio. Un buen trabajo de Dorel, con una orquesta a la que cada vez se le advierten más los progresos realizados en materia de empaste y expresividad.   

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