La literatura tiene sus «galácticos»

En el mundo de la literatura existe un selecto club de autores con un denominador común. No se trata de la calidad de su escritura, muchas veces discutida, sino de los millones que custodian sus cuentas blindadas. Tampoco son productores de cine, ni mucho menos magnates de la informática, pero las regalías les sitúan holgadamente en las listas de las fortunas de la revista norteamericana Forbes. Son escritores como J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter, que ingresó el pasado año 131 millones de dólares. O Stephen King, que ha despachado más de 150 millones de ejemplares de sus libros en todo el mundo. O John Grisham, que también ha rebasado la barrera de los cien millones en ventas, y cuyos lanzamientos también se cuentan por millones. El último, el de su novela El último miembro del jurado, que ha salido con una tirada inicial de tres millones de libros en Estados Unidos. Grisham trabaja en sus novelas con la precisión de una fábrica: dedica seis meses a documentarse y seis al proceso de escritura. Así, cada año, satisface a sus numerosos lectores con un título nuevo. En este caso, El último miembro del jurado es una historia que comenzó hace quince años, pero que no pudo terminar hasta ahora. Grisham está de actualidad porque este fin de semana llegó a las pantallas españolas El jurado, la adaptación cinematográfica de una de las novelas del autor. El cine es otra jugosa fuente de ingresos. En el caso de Grisham, las siete películas basadas en sus libros han ingresado 570 millones de dólares. Otro autor que verá cómo añade el celuloide a su éxito es Dan Brown, que ha colocado El código Da Vinci en el número uno de las listas de los más vendidos. En Estados Unidos han comprado su último libro cinco millones de personas. En España ha alcanzado la nada desdeñable cifra de 250.000 ejemplares, a los que hay que añadir los 40.000 de la edición catalana. Brown es el último de los recién llegados al club de los millonarios. El código Da Vinci es su primer gran éxito en España, pero sus tres libros anteriores, después de algún titubeo inicial, ya le consolidaron en su país como alguien a tener muy en cuenta. Brown ha elaborado una estructura de intriga con elementos que cautivan al público actual como las sociedades secretas, el interés por lo oculto y un clásico incuestionable como es el asesinato literario, todo ello con una pátina cultural muy del gusto de una línea de los grandes éxitos. Brown se suma así al club de autores de ventas millonarias y de seguidores fieles, aunque no se escapa del debate que rodea a estos escritores: ¿su éxito comercial empaña sus virtudes literarias o es que carece de ellas?