Biografía de un abuelo genial

Pablo Ruiz Picasso no fue el ser mezquino, ególatra y destructivo para sus mujeres que han dibujado tantos biógrafos. Así al menos lo estima su nieto Olivier Widmaier Picasso (1961), hijo de Maya, que dulcifica el controvertido perfil del genio malagueño en el libro Picasso. Retratos de Familia (Algaba Ediciones). Lo presentaba ayer en el museo Reina Sofía, a la sombra del Guernica , la obra más universal de su abuelo, y flanqueado por su madre, Maya Picasso -hija de Maria Thérèse Walter, segunda esposa de Picasso- y el director del museo, Juan Manuel Bonet. «Mi abuelo nació para mí el 8 de abril de 1973, el mismo día de su muerte» admite ayer el nieto, abogado, productor y asesor audiovisual en ejercicio, que ha ordenado recuerdos de familia y testimonios de primera mano en una «biografía subjetiva». Muy precisamente documentada, elaborada con técnica casi forense, con ella se propuso salir al paso de tanto cliché negativo en torno al genio malagueño. Niega, por ejemplo, muchas de las afirmaciones de Marina Picasso, también nieta del pintor, -hija de Paul y Christine Pauplin-, y autora de dos libros nada condescendientes con el abuelo. «He tratado de ser objetivo con este libro, que llega en un momento esencial, cuando se cumplen treinta años de su muerte pero persisten muchas leyendas y mentiras en torno a él» precisaba Olivier Picasso. «Mi abuelo estuvo hasta su muerte ausente de mi vida, pero descubrí que era un ser excepcional y que no era un extraño para mí. Comencé a hacerme preguntas y he tardado tres años en ordenar las respuestas con documentos y testimonios irrefutables» aseguraba. Un ser generoso Quizá su abuelo no fuera un santo, pero no era según su nieto la fiera que algunos han perfilado: «un devorador y manipulador de mujeres y un ser mezquino apegado al dinero». «Picasso no es un ser inocente. Toda mi vida creí que era culpable, pero sé ahora que su verdadera culpa es hacernos reflexionar y soñar. Si fuera inocente sería menos interesante. A raíz de su muerte se le quiso culpabilizar todavía de más cosas y es injusto que no tuviera la oportunidad de defenderse de sus atacantes», apuntó. «La leyenda dice que fue un manipulador de mujeres y no fue así. También se le presenta como un tacaño sin remisión, cuando lo cierto es que se pasó toda la vida dando su tiempo y su dinero a muchas personas. Pero nunca hubo un fotógrafo cuando entregaba un cheque» asegura dolido su nieto. «El mismo había conocido la pobreza y la humillación de recibir le llevaba a ser discreto. Quizá esa sí sea su culpa», admite. Pero no todo es algodón de azúcar en esta biografía blanca y su nieto apunta como el mayor defecto de genio «su falta de comunicación». «Se hizo célebre y demandado en todas partes demasiado rápido, pero prefirió siempre no embarcarse en discusiones». «Si Picasso era inmortal, Pablo era consciente de que tenía límites. Era consciente de su talento, de que no era algo casual y que cultivarlo era un especie de misión sagrada», apunta Olivier Widmaier. «Con este libro he querido poner los puntos sobre las íes para que nos olvidemos de los picassos y comencemos a hablar de Picasso», concluía el nieto del celebérrimo artista español. Picasso, inabarcable Para Juan Manuel Bonet, padrino y valedor del libro, estamos ante una biografía «completa y realizada desde la subjetividad y el cariño», lo que la hace más valiosa «entre la monumental e inabarcable bibliografía picassiana». «Renuncia a la cronología, pero con sus idas y venidas se lee como una novela, manejando siempre fuentes citadas y de primera mano. No es un libro más sobre Picasso» se felicitaba Bonet. Se ocupa de las mujeres, de la política del dinero, de la familia y de la posteridad. «Nos da muchas pistas sobre sus raíces políticas, sobre sus compromisos y conflictos con el partido comunista francés, sobre las disputas y controversias de su legado con el Estado francés, y desmonta mitos como su roñosería, testimoniando la ayuda que prestó a artistas y políticos».