Diario de León

Prokofiev se salvó de las aguas

El pianista ruso Boris Giltburg consigue, gracias a su depurada técnica, evitar lo peor para la Sinfónica de Asturias

La Sinfónica de Asturias durante el concierto en el Auditorio de León

La Sinfónica de Asturias durante el concierto en el Auditorio de León

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

Creado:

Actualizado:

Alguien dijo que los experimentos en casa y con gaseosa. Y la aseveración le va como anillo al dedo a algunos directores que se presentan a dirigir una hora antes del concierto sin el más mínimo rubor y aceptan a pies juntillas todas las naturales dudas que los profesores le presentan, porque además de ser lo más cómodo es lo menos polémico y no se necesita tener un amplio conocimiento de lo que se trae entre manos. La OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias) se presentó el pasado miércoles en el Auditorio de León con un programa al uso. Una obrita de trámite, un concierto más o menos denso y difícil y una sinfonía de manual, un esquema que viene siendo habitual entre las formaciones actuales para cubrir el expediente y que ya no nos coge por sorpresa. Pero lo que no es de recibo es que se presenten sin tener las obras trabajadas con un mínimo de rigor y coherencia. Apoyándose en una cuerda soberbia, a la que el director quiso darle su toque personal variando la posición de los chelos, con un concertino puntilloso como el «virtuoso» Atapin, la OSPA a las órdenes del mejicano Enrique Bátiz no estuvo a la altura de anteriores actuaciones y la falta de ensayos pesó a lo largo de toda la velada. Entradas a destiempo y fuerte desajustes en el viento provocaron sobresaltos en algunos pasajes del Allegro del concierto para piano de Prokofiev y bruscas variaciones de color en la cuerda. Bátiz permitió, o mejor, no pudo corregir sobre la marcha dinámicas demasiado aparatosas y el discurso orquestal se le escapó a jirones en el Andantino . Los cambios de tempo se fueron subsanando por la matizada lectura que Giltburg hizo de cada movimiento de este siempre exigente concierto en el que es un auténtico especialista. Poseedor de una técnica demasiado depurada para un joven de su edad, Giltburg produjo en el auditorio la sensación de encontrarnos frente a un pianista al que no le faltan demasiados conciertos para encaramarse en la cima de los elegidos si perfila un poco más la comunicatividad, algo que echamos en falta en esta velada leonesa. Tras las dos primeras partes, la Tercera sinfonía de Tchaikovsky fue desigual y monolítica, si demasiado matices, aunque la cuerda volvió a dejar constancia de su buen hacer y la percusión mantuvo la tensión del conjunto. Un concierto, en conlcusión, que pasó sin pena ni gloria.

tracking