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Califica a la viuda del Nobel de «pesetera» y afirma que el escritor «le tenía miedo»

El secretario de Cela culpa a Marina Castaño de su «declive literario»

Sostiene que con ella pasó de escribir pensando en el arte a rentabilizar su obra

El que fue secretario de Cela, Gaspar Sánchez Salas, con su libro

Publicado por
Paloma Abejón - madrid
León

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«Marina Castaño fue nociva para Camilo José Cela desde el punto de vista literario». Esta es sólo una de las afirmaciones que hace en su libro Cela. Mi derecho a contar la verdad el que fuera secretario peronal del Nobel gallego durante cinco años, Gaspar Sánchez Salas, que aunque aseguró que el libro no estaba escrito "contra nadie", aprovechó la rueda de prensa de presentación para calificar a Marina Castaño de "pesetera" y para explicar que el escritor, incluso, le tenía "miedo" y por eso le ocultaba pequeños gastos como algunas cañas que se tomaba. Tras negar haber sido su "negro", Sánchez Salas se esforzó por demostrar que la etapa de esplendor del escritor fue la que coincidió con su primer matrimonio con Rosario Conde (escribió 60 obras), y después de asegurar querer contar "verdades y no intimidades", recordó que en su etapa "Cela escribía pensando en el arte por el arte, mientras que tras su matrimonio con Marina Castaño empezó a escribir buscando la rentabilidad económica debido al carácter pesetero de su segunda mujer". El que fuera ayudante del Nobel durante la elaboración del Diccionario geográfico popular y Madera de Boj , aclaró que cuando estaba casado con Rosario Conde creía que los premios literarios comerciales eran una forma de prostitución, mientras que una vez casado con la periodista, de la que recordó no tiene el título de Licenciada en Ciencias de la Información, «acabó presentándose al Planeta». Como ejemplo del carácter de Marina Castaño, Sánchez Salas explicó que un día le vio haciendo unas fotocopias que le había pedido Cela y le dijo que esperase a las cinco de la tarde que la luz era más barata. Tampoco le parecía bien que metiera el coche en el párking cuando acompañaba al escritor a su rehabilitación. El autor también dijo haber sido testigo de cómo su hijo Cela Conde intentó en diferentes ocasiones que el Nobel conociera a su nieta. Gáspar Sánchez dice que aunque no estuvo en el lecho de muerte del escritor, por lo que le conoce duda mucho de que sus últimas palabras fueran: «Te quiero Marina. Viva Iria Flavia». Sin duda, el que fuera colaborador literario del Nobel no guarda un buen recuerdo de su segunda mujer, que era la encargada de las fi nanzas de la casa y le tuvo ocho meses sin cobrar. «Charo Conde era una mujer preparada, una mujer que, desde la sombra, apoyó y aconsejó a Cela para que se convirtiera en el gran escritor que fue; Marina es una mujer más bien frívola que, a pesar de lo que diga, no está licenciada en Ciencias de la información; la mujer que más admira de este mundo es Isabel Preysler, lo cual dice mucho de su personalidad», escribe. De Castaño destaca su ambición desmedida y que le encantaba ser «la señora marquesa».

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