Diario de León

Acercó los misterios de la lengua a la gente de la calle con rigor, amenidad y sentido del humor

Muere el filólogo y académico FernandoLázaro Carreter, un centinela delidioma

Su obra «El dardo en la palabra», con 300.000 ejemplares vendidos, fue un fenómeno editorial

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Tomás García Yebra - madrid
León

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Un fallo multiorgánico ha acabado con la vida del lingüista y ex director de la Real Academia Española (RAE), Fernando Lázaro Carreter. Había nacido en Zaragoza el 13 de abril de 1923. Tenía 80 años. El autor de El dardo en la palabra -recopilación de artículos sobre el buen uso del español, que, con 300.000 ejemplares vendidos, se convirtió en un fenómeno editorial- falleció en la madrugada del miércoles en la Clínica de la Concepción de Madrid, donde fue hospitalizado días antes a causa de diversos desarreglos funcionales. Los restos del escritor y centinela de nuestra lengua serán incinerados hoy, a las una de la tarde, en el tanatorio Parques de la Paz, situado en la localidad madrileña de Alcobendas. Lázaro Carreter estaba casado y tenía tres hijos. La ministra de Educación, Cultura y Deporte, Pilar del Castillo, destacó su «trabajo incansable para que la lengua española no se vea vapuleada por esos usos incorrectos que son tan frecuentes hoy día». Nada más conocerse la noticia, los Reyes y el príncipe Felipe enviaron al director de la RAE, Víctor García de la Concha, y a los familiares del finado sendos telegramas de condolencia. «Ha terminado mi vida pública. Me recluyo en mí mismo y no tengo nada que decir. No quiero despedidas. Me he despedido de mis compañeros y ya está. Cuando quiera decir algo, lo escribo y lo firmo. No hay que darle más vueltas a este triste momento». Con estas palabras, el ilustre lingüista decía adiós en 1998 a la RAE, institución en la que ingresó en 1972 y dirigió desde diciembre de 1991 hasta diciembre de aquel año. Fiel a su vocación docente -casi todo lo que escribía y decía tenía una finalidad didáctica-, supo corregir a la comunidad hispanohablante con coscorrones llenos de sentido del humor. A diferencia de otros sabios, Lázaro Carreter no aburría. Enseñaba deleitando. Ahí radicaba su encanto y su originalidad. Especialista en los siglos XVI, XVII y XVIII, el filólogo zaragozano hizo una labor impagable en la Docta Casa. Modernizó e informatizó la Academia con la creación de dos importantes corpus -el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y el Corpus Diacrónico del Español (CORDE), con 95 y 50 millones de registros, respectivamente-. Asimismo, abrió la puerta a jóvenes creadores, como Antonio Muñoz Molina, el benjamín del vetusto caserón de la calle Felipe IV. También, durante su mandato, ingresaron dos periodistas, Juan Luis Cebrián y Luis María Anson. Por primera vez, el periodismo tenía voz y voto en la insigne casa. Uno de sus objetivos fue acercar la Academia a la sociedad. «Nuestro trabajo no puede ser decorativo; tiene que ser útil», solía decir. La actualización y renovación de la vigésimo primera edición del diccionario de la RAE fue tan eficaz que logró unas ventas jamás soñadas: casi un millón de ejemplares. Además, dejó constituida la fundación Pro Academia, amparada por la Corona, y saneó la maltrecha economía de la Docta Casa.

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