Cerrar

Manuel Mira

«Hablar con los muertos esuna manera de conocernos»

El alicantino ha ganado el Premio Azorín por su novela «El secreto de Orcelis», tras quedar finalista el año pasado

Publicado por
Miguel Lorenci - alicante
León

Creado:

Actualizado:

Ha pasado del frenesí de la información diaria al reposo del ermitaño entregado a la literatura. Manuel Mira Candel (Orihuela, 1945) abrazó el «sacerdocio» de la escritura con idéntica pasión. En tres años ha acabado cuatro novelas. Por la última, El secreto de Orcelis, se adjudicaba el jueves el Premio Azorín, que ya rozó el año pasado, y sus 67.000 euros de bolsa. -Cuatro novelas en tres años. Lo ha cogido con ganas... -Con muchas. Ha sido un esfuerzo tremendo y gozoso. No me dedico a nada más y he escrito las cuatro sin ningún negro, dicho sea sin ánimo de ofender. Las anteriores llegaron a la final del Ciudad de Torrevieja y del propio Azorín el año pasado. Esta la escribí a golpe de corazón. -¿Qué ofrece al lector? -Un gran enigma que tendrá que desvelar. La historia de una obsesión, la búsqueda de una identidad en un doble viaje por el laberinto de las vidas de un abuelo y de su nieto. Aspira a ser una historia universal, el gran río de una vida en el que confluyen muchos otros ríos. -¿Quiénes son los protagonistas? 1397058884 El abuelo es Bartolomé Arango Moya, alguien que lo fue todo en la vida: un pionero en la industria y los negocios, que se vestía en Bond Street, millonario, terrateniente, político y alcalde de su pueblo, pero que murió tuberculoso poco después de la guerra civil, alejado de todos. Su nieto, Teodomiro Arango, es un escritor famoso que buscará desesperadamente a su abuelo cuando regrese a España para someterse a una operación a vida o muerte. Obsesionado con el pasado familiar, buscará las verdades que le ocultaron. Se reencarnará en el abuelo. 1397058884 ¿Orcelis es algo más que Orihuela? -Es un trasunto literario de la ciudad, en la que está representada el ambiente de la dolorosa España del primer tercio del siglo XX, impregnada de religiosidad y clericalismo, de prejuicios y de maledicencias. -También es la ciudad donde nació usted. -Todo escritor juega con su historia. No creo en el escritor que inventa. Reinvento mi historia partiendo de la de mi propio abuelo. -¿Ninguna añoranza del periodismo? -Soy y seré periodista. Se lleva en la sangre. Fui editorialista, reportero, director, corresponsal, columnista... Habré escrito más de 10.000 artículos. Fue la vocación literaria la que me condujo al periodismo, pero un día, como Saulo, me caí del caballo camino de Damasco. Y aquí estoy, convertido en una bestia parda que solo escribe con la misma pasión en otra clave. -Citó al Albert Camus y al su maestro Azorín al agradecer el premio. ¿Por qué? -La novela es camusiana, en tanto que evoca la desesperanza del ser humano, que es patética pero que en la novela se sublima en la belleza. Aún así, tiene golpes de humor. También azoriniana porque no puedo dejar de ser azoriniano. -¿Más escritores en su particular altar? -Soy un profundísimo admirado de Cela y de su Pascual Duarte, pero también de Carlos Fuentes, de Sábato, de Faulkner, de Steinbeck y de Dos Passos. -También es guionista de cine. -Sí. Tengo un guión escrito sobre los últimos días de la guerra civil en Alicante. -¿Cómo se estructura la narración? -La simpleza de la complejidad ha sido mi obsesión en las cuatrocientas páginas de la novela. Hago una labor de orfebrería sin que moleste al lector. Salto del pasado al presente, de la primera a la tercera persona, hay monólogo interior y diálogos y mucho, mucho suspense.

Cargando contenidos...