La Catedral tiene las primeras imágenes purgatorias del gótico

Un interesante y detallado estudio sobre la interpretación de las enjutas absidales de la Catedral de León es la propuesta que el profesor de la Universidad de León César García Álvarez recoge en su último trabajo, El laberinto del alma. En 424 páginas, divididas en cuatro partes, el profesor García Álvarez nos adentra en un mundo iconográfico fascinante de motivos morfológicos, vegetales, antropomórficos y bestiarios que se encuentran en las enjutas absidales de la Pulchra y a los que hasta el momento se les había prestado escasa o nula atención, pese a ser «el más rico y singular de todo el gótico europeo». «Aparte de un artículo de Gerardo Boto, que en algunos aspectos concuerda con lo que yo he estudiado y en otros difiere de modo muy profundo, no existía ningún estudio sobre las enjutas y en el que aparezca un conjunto tan amplio y enigmático de imágenes. Imágenes que por otra parte están completamente desordenadas y presentan una mezcolanza de temas impropia de una cabecera y de cualquier otro monumento gótico. Por lo cual el primer paso fue buscar un significado unitario que sin lugar a dudas tenía porque, añade, están ubicadas en un lugar sagrado como es la cabecera del templo», afirma el autor. Para el profesor García Álvarez, el conjunto de iconográfico desconcierta a cualquiera por la diversidad y mezcolanza de imágenes sagradas con otras profanas, imágenes pecaminosas con apocalípticas, dando lugar a otras series dentro de las anteriores que necesitaban una clasificación e interpretación detallada, tarea que el autor ha llevado a cabo de manera pormenorizada dentro del contexto unitario de la Catedral. «Me di cuenta -asegura César García- de que ese conjunto de enjutas no se limitaba al interior del templo, sino que en el dintel de la Puerta del Juicio también existían, conectadas al juicio de las almas y al infierno, además de aparecer otras imágenes apocalípticas que también se encontraban en la cabecera. Eso me dio una buena pista para comenzar. Así, los ángeles tenían una fuerte conexión con los sepulcros, con las portadas y con el Juicio inminente. Observé que otra serie que reflejaba los pecados y vicios que el obispo Martín Fernández trató de proscribir del comportamiento de sus canónigos estaban allí. Y he llegado a la conclusión de que las primeras imágenes purgatoriales de la historia del gótico están en la Catedral de León. Y todo ese conjunto de enjutas estaba pensado para que los canónigos meditasen sobre una concepción cristiana de la existencia y los diferentes misterios que rodean a la muerte hasta el Juicio». Lo más complejo de esta exhaustiva investigación, por otra parte perfectamente reflejada en todo el contexto del libro, fue el descubrir la clave unitaria que diera sentido a todas las series iconográficas. «Me di cuenta -dice el autor-, que la primera y última enjutas del ciclo encierran una alusión del tránsito de la noche de Sagitario a Capricornio y por tanto a las noches cercanas al solsticio invernal. Investigando en las costumbres y textos teológicos medievales descubrí que existía un laberinto que permitía ocultar o disfrazar una serie de iconografías incómodas que el obispo Martín Fernández no podía permitir que se emplazaran en las portadas. Ese mundo de los astros, de la vida humana que también se refleja en los vitrales y la piedra se cifraba una representación única en todo el gótico de la existencia humana».