Diario de León

El autor de la Marcha de Radetzky fue un hombre de negocios reconocido

Viena recuerda a Strauss como pionero de la industria musical

El bicentenario del nacimiento del músico se celebró ayer en la capital austríaca

La Orquesta Johan Strauss, en un momento del concierto de Año Nuevo

La Orquesta Johan Strauss, en un momento del concierto de Año Nuevo

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Cristina Casals - viena
León

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Johann Strauss padre, compositor de obras musicales tan famosas como la Marcha de Radetzky, no sólo fue un genio musical sino también pionero de esa industria y un hombre de negocios con dotes extraordinarias, según recuerda Viena con motivo del bicentenario de su nacimiento que se celebró ayer. La alegría es lo que quiero , es el título de una obra de Johann Strauss, al que su ciudad natal, Viena, dedica estos días un amplio programa, incluido un simposio internacional, una serie de conferencias y una exposición en el Ayuntamiento, donde se le caracteriza como «inventor de la industria de la música». Una delegación del municipio de Viena rindió ayer homenaje a Johann Strauss padre en su tumba en el Cementerio Central de Viena, y por la noche hubo un concierto en la Asociación de Amigos de la Música que será comentado por Eduard Strauss, descendiente de la dinastía. La exposición, que se podrá ver hasta el 21 de mayo, muestra la vida y obra del genio a base de acuarelas, litografías, material de notas original y otros documentos de los que se desprende toda una estrategia de comercialización que empezó ya en la década de los años 20 del siglo XIX, pero entonces era totalmente nueva. El fundador de esta dinastía musical famosa del siglo XIX se convirtió en marca comercial de máxima calidad desde muy joven y supo organizar su propia publicidad. Strauss recurrió a la publicidad en la prensa y carteles con anuncios en los que sabía destacar su nombre, y explotaba el culto a los famosos que ya existía entonces. En la primavera de 1827, a los 23 años, Johann Strauss llegó a ser empresario independiente y, desde entonces, en cooperación con su editorial Haslinger, publicó litografías de calidad artística que servían de anuncios o de primera página a las notas de los valses. Aparecieron siempre imágenes nuevas con su retrato o se le representaba en una escena de baile en un local conocido, con su violín y rodeado por la orquesta, junto a un público donde se distinguían caras de personajes conocidos de la época. Las salas de baile donde el famoso actuaba durante el Carnaval tenían su propia agenda de diversiones, incluso se organizaba el viaje al lugar de la fiesta, había personal que sólo se dedicaba a la decoración de las salas y al alumbrado, al igual que un maestro de baile. En los años de la restauración política que precedieron a la revolución de 1848, la buena sociedad se deleitaba con las obras nuevas creadas con motivo de las veladas anunciadas en los locales que ya tenían reputación y a los que Strauss solía dedicar su vals más reciente y la gente incluso se divertía con juegos de baile en grupo.

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