Alonso Guerrero presenta en su novela un mundo dominado por la violencia

Ideales juveniles, pasión por la cultura, la literatura y la filosofía. Amor. Ideologías extremas y radicales. El mundo oculto y terrible de los cabezas rapadas . ¿Cómo pueden conjugarse todos estos elementos, aparentemente sin conexión alguna entre sí? Alonso Guerrero, quizá más conocido por ser el ex marido de la prometida del Príncipe, Letizia Ortiz, lo hace, y de forma apasionante, en su nueva novela, El edén de los autómatas . El Club de Prensa del Diario de León, continuando con su programación cultural y divulgativa anual, albergó ayer la presentación de esta nueva novela del autor nacido en Mérida (Badajoz) en 1962. Con él estuvieron el director del Club, Alfonso García, y el crítico literario Nicolás Miñambres, quien pronunció una semblanza literaria del autor y analizó de manera profunda y exhaustiva las claves narrativas, argumentales y estilísticas de El edén de los autómatas . Por su parte, Alonso Guerrero comenzó la intervención mostrando su satisfacción por encontrarse en León, «una ciudad -dijo- en la que incluso he pensado para vivir», y afirmó que la de Miñambres fue «la primera crítica profunda, no virtual, que me han hecho», agradeciendo tanto la precisión de la crítica como la «sensibilidad» del colaborador del suplemento Filandón del Diario, al que también se refirió y alabó por su calidad el escritor pacense. A continuación, Guerrero reflexionó sobre su propia obra, editada por Plaza y Janés, definiéndola como una novela «sobre la conciencia y la memoria», sobre dos personajes que viven en la intersección que existe «entre la literatura y la realidad». Hamlet y Freire, los protagonistas de la novela, son dos jóvenes brillantes, seducidos por la filosofía, amantes de la intelectualidad y que, como tantos otros jóvenes de todo tiempo y lugar, ansían cambiar el mundo. Pero en ese deseo y, de una «forma que produce escalofríos», como expresó Miñambres, acaban siendo cautivados por un mundo «terrible», el de los c abezas rapadas . La manera en la que estas dos promesas caen en las redes de una organización radical y violenta que anula la personalidad de sus miembros es uno de los puntales de esta compleja novela. Alonso Guerrero se autodenominó un escritor «inédito», igual que cuando comenzó hace más de veinte años, y a pesar de llevar escritas cinco novelas y más de un centenar de cuentos, ha escrito esta novela como una «reacción» contra la parafernalia cultural y mediática que le rodea, por lo que dijo: «sigo siendo una promesa». De sus personajes, señaló que son «contestatarios y optimistas, creían que la cultura podía ser la llave para casi todo». Para su creador, no obstante, la literatura no sirve para evitar conflictos, sino para «responsabilizar al hombre de todos ellos», actuando a modo de «memoria» colectiva. De esta forma, la novela, cuyo final queda abierto al lector, plantea incógnitas, especialmente sobre el amor («¿es una salvación o una condena?», «es refugio o circunstancia?», dijo), y sobre la violencia, que, según Guerrero, «le ha ganado la batalla a la palabra» y «nos va a pasar factura en el futuro», auguró.