Marisa Campoy exhibe sus esculturas en la galería Lancia

Hay momentos en que es imprescindible medicarse con grandes dosis de optimismo, de alegría. En los que es necesario aparcar las tragedias para recuperar el aliento vital. Y este es uno de ellos. Cuando los ecos de una gran hecatombe aún resuenan en los oídos de la colectividad, el individuo tiene derecho a buscar la alegría para con ella recobrar el equilibro, recuperar el aliento y abandonar en el abismo de la pesadilla los truenos de la sinrazón. Por eso es de agradecer el mensaje de feliz divertimiento que se contiene en las esculturas de María Luisa Campoy que estos días se pueden contemplar en la galería Arte Lancia. Es la suya una obra que nos llega por sorpresa ocultando sus guiños lúdicos en un heroico Caballo de Troya preñado de niñas felices que entonan un silencioso canto a la libertad, de mujeres hieráticas que visten las galas de fiesta de sus tribus tradicionales, de decimonónicos monociclistas que mantienen en la risa un equilibro imposible. La escultora andaluza, que tiene su obra repartida por los cinco continentes, ha bebido en las fuentes de antigüedad clásica, en los manantiales de la cultura mediterránea, para tratar con una singular visión de modernismo, temas que nos apuntan los libros de historia del arte en sus capítulos referentes a los tartesios, los fenicios, los cartagineses, los griegos y los romanos. La universal familia humana, sus rituales, su folklore, sus mitos y sus leyendas, cobran vida en los bronces y las polícromas maderas de María Luisa Campoy. Su mensaje viaja a través del tiempo y se trasmite por un espacio sin fronteras que nos llega directamente de la noche de los tiempos. Por eso son capaces de producir un enorme impacto en el espectador que, ante ellas, se siente pequeño, y recibe agradecido la protección de estos tótems que recuerdan las deidades del Hades que flotó durante siglos sobre el espacio mitológico del Mediterráneo. Horario: de 11.30 a 13.30 y de 18.00 a 21.00. Sábados de 11.30 a 13.30.