El escritor leonés presentó en el Club de Prensa del Diario de León «Las lecciones de las cosas»
Luis Mateo Díez: «Me interesa más lo cotidiano que lo extraodinario»
El nuevo libro del autor lacianiego está publicado por Edilesa y en él revela sus recuerdos escolares
Se apoderó ayer del Club de Prensa del Diario de León un cierto aroma a peña cantábrica, casona de piedra y escuela de pueblo. Los recuerdos de los viejos y buenos maestros de posguerra en Laciana, el Valle de la Libertad, resurgieron de entre el polvo de los pizarrines, las tizas y los mapas coloreados. Luis Mateo Díez, académico, novelista, lacianiego, «ciudadano del mundo», como se dijo, presentaba Las lecciones de las cosas (Edilesa) y también él, a su modo, dio una sabia lección de humildad y de humanismo. Ejerciendo de conductor del acto, Alfonso García, director del Club de Prensa del Diario, presentó ante el numeroso público -que abarrotó por completo las instalaciones del Club- a los invitados al mismo. En primer lugar, Joaquín Alegre, de la editorial Edilesa, expresó su gratitud y satisfacción ante el hecho de que un autor tan disputado como Mateo Díez haya cedido «sus textos a una editorial pequeña, de su pueblo», por lo que quiso hacer hincapié en la «generosidad» del autor y en el «orgullo» que ello ha provocado en la editorial. Análisis y descripción A continuación, Nicolás Miñambres, crítico literario del Diario de León, buceó en los entresijos de la novela y analizó las mimbres de su armazón. Señaló la «articulación armónica» con la que están seleccionados los recuerdos infantiles del lacianiego, y aseguró que los relatos que componen el libro constituyen todo un «viaje a la semilla», al origen, recuerdos que se mueven a lomos de una «cabalgadura creativa sorprendente». Esos recuerdos están fijados a las escuelas de la Fundación Sierra Pambley, vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza, cuyo objetivo era la formación integral del alumno; esfuerzos «heroicos», como los definió, ya que se producían en un valle leonés anclado en el tiempo y la memoria. También mencionó Miñambres las tres partes en las que se divide la novela: lecciones , revelaciones y recuerdos , y las describió a la luz de sus saberes y sus intuiciones. Habló de aquel viaje, casi legendario, de Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío y Gumersindo de Azcárate a Villablino, desde León, para reunirse con don Francisco Sierra-Pambley y poner en marcha un monumental proyecto educativo, libre y ambicioso, del que se beneficiaron cientos de rapaces, entre ellos Luis Mateo Díez y los suyos. También habló Miñambres de esos personajes humildes que aparecen como protagonistas en muchas de las obras de Díez, así como el carácter de «legendarios» de los ríos leoneses que el autor les otorga, y el lugar común del desván, ese lugar físico que se confunde con el mental de la memoria. A continuación, el propio Luis Mateo Díez tomó la palabra, esa palabra que sólo él sabe tan bien mimar, para trasladar al público a un espacio y un tiempo que, a pesar de tener similitudes con una ubicación concreta -Laciana, el Valle-, y con un tiempo determinado -la posguerra española- se alteran y modifican sus trazos a su paso por la fructífera mente de Díez para convertirse en auténtica, real, materia literaria. El tiempo, el río, la montaña, el valle sentido por sus habitantes como «centro del universo» (según afirmó el escritor), las rebanadas de pan de centeno con mantequilla y azúcar, la escuela, el maestro Don Higinio, con gesto «emotivo y poderoso», son algunos de los elementos rescatados por Díez de entre los apuntes de su memoria y los rincones de su despacho para construir relatos profundamente evocadores que ayudan a la creación de ese «universo imaginario, con un equilibrio global en sí mismo, ese paisaje que sostiene mis fábulas», como señaló. Una cartografía de leyenda, tejida con hilos entrelazados de recuerdo y recreación, que en forma de «provincia» acoge el devenir de personajes en comarcas fantásticas -pero para los leoneses, tan familiares-, como Celama o El Valle . De lo local, a lo universal («me interesa más lo cotidiano que lo extraordinario», dijo). Y esa es la premisa de Díez, una «conciencia de universalidad» que nos habla de la esencia y del impulso humano hablando tan simplemente, y tan complejamente, del ritmo cotidiano de la aldea. Y para conocer mejor ese paisaje personal, Mateo Díez anunció que Alfaguara publicará próximamente una especie de «guía de viajes» por la provincia de Díez junto a su obra Fantasmas del invierno , y que se llamará Ciudades de sombra . «Los paisajes imaginados son fuente poderosa para fabulaciones no inocuas, unas fabulaciones que nos proporcionan lucidez, que nos iluminan sobre lo que somos» LUIS MATEO DÍEZ Escritor