Excelsa verdad

MIREN USTEDES, señor Ordóñez y señora Dahrendorf, por mucho que intenten desviar la atención de los lectores hacia mi persona, lo cual les agradezco profundamente, lo de matar al mensajero es lo más utilizado cuando no se tiene más que ofrecer, pero lo cierto es que en ningún momento de sus escritos he visto razón de peso alguna que justifique esos 120.000 euros que costó montar esta especie de pantomima como a usted, señora Dahrendorf, le gusta llamarlo. El trabajo del crítico es desenmascarar toda la bazofia que se esconde bajo el nombre de arte vanguardista y con el que quieren hacernos comulgar so pena de tildarnos de incultos si se les contradice. Pero también la labor de la crítica es la de fiscalizar los dineros públicos destinados al arte cuando son despilfarrados sin escrúpulos en trabajos que intentan venderse como obras de arte en todos los cenáculos que se dignan escucharlos. El fracaso del suyo quedó patente desde el mismo momento en que tuvieron que regalar más de 600 entradas a un público que ni siquiera cubrió ese número en dos días de función. O sea, que ni regalado lo querían. Señor Ordóñez, (director del ILC, concejal y director artístico de Der Dämon ),  escribo y opino de lo que sé y es por eso que vuelvo a hacerlo ahora y lo seguiré haciendo por mucho que personas como ustedes intenten amordazarme para poder seguir engañando al público con un producto que si no fuera por la prensa ni siquiera se sabría que existía. Ya que tanto le gusta citar a Wittgenstein convendría no perder de vista ésta: «Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana; pero de la primera no estoy seguro».