INTERFERENCIAS
Leganés
LA NOCHE televisiva del sábado al domingo se vio interrumpida en numerosas ocasiones por los sucesos de Leganés y el terrorismo islámico. Aparte las bandas informativas impresas en algunos espacios en antena, lo más socorrido fue el recurso al flash informativo. El esfuerzo fue de agradecer, ya que desde los acontecimientos del 11-S de 2001, las televisiones «descubrieron» que informar en directo puede superar en audiencia al resto de contenidos. Ahora bien, y exceptuando las comparecencias del ministro Acebes, beneficiado por un inesperado plus mediático cuando deja el cargo, la cobertura de lo sucedido pone en evidencia las limitaciones del medio. Durante horas, y hasta que lograron un plano frontal del edificio con la fachada destrozada, las cámaras se mostraban casi inútiles, con los periodistas recitando indicios confusos porque tenían prohibido el acceso al lugar de los hechos. Los mismos planos en todos los canales, una y otra vez reemitidos en «bucles». Mientras el redactor de un diario o de una emisora de radio, tiene más libertad de movimientos, e incluso puede acercarse con mayor facilidad al meollo si anda fino, los profesionales de la tele lo tienen más complicado porque son dos como mínimo y la cámara se nota demasiado. Parecerá una chorrada, pero durante unas horas (hasta la primera aparición de Acebes), las televisiones se ocuparon del tema y apenas nada informaron.