INTERFERENCIAS
Procesiones
LAS PÚBLICAS se vuelcan con la Semana Santa. Al margen esa manía de emitir ficción religiosa, que también es cosa de las privadas, las parrillas de La 2 y de algunas autonómicas, para hoy y mañana, se muestran muy generosas con el tema. Por tradición y porque la confesión dominante en este país es la católica. Pero no es la única. El dato, constatable y sin reparos, no pretende polemizar, solamente señalar lo que hay, y por lógica una sociedad moderna y tolerante, debería acostumbrarse a administrar mejor los monopolios, estos entre ellos. Que La 2 emita Triduo Sacro, Santos Oficios y Procesión de Viernes Santo, o que TVG lo haga con las procesiones de Ferrol y Viveiro, satisfará plenamente a practicantes y curiosos. Claro que, en el fondo y aunque suene a brusco, bajo esa intención televisiva se esconde una voluntad promocional que responde a intereses económicos y turísticos. Una Semana Santa amplificada al medio televisivo, incrementa su atractivo como espectáculo. Si ocurriera lo contrario, no sobrepasaría el ámbito creyente. Cierto que estas retransmisiones en directo, si caen en manos de un realizador imaginativo y hay despliegue de medios (léase cámaras y derivados), resultan de un indiscutible atractivo televisual. Por aparatosas, por coloristas y por manejo de extras, semejan grandes superproducciones. Eso no quita que se imponga una cierta mesura.