«León sufre una descapitalización económica, humana e intelectual»

Si la peripecia humana, la Historia con mayúsculas, es apasionante, no lo es menos la leonesa. La aventura que conduce desde los astures cismontanos a nuestros días pasando por la constitución de un Reino europeo y los primeros atisbos de democracia en forma de las primeras Cortes del mundo es uno de los capítulos más fascinantes de Occidente, y muchos son los investigadores que se han acercado al devenir de este pedazo del Noroeste ibérico. Uno de los relatos más amenos, documentados y sugerentes que han aparecido en los últimos años sobre el tema es Las armas del reino , del roblano Juan José Sánchez Badiola, libro que ahora reedita, enriquecido con nuevas aportaciones, la colección Breviarios de la Calle del Pez de la Diputación Provincial. -¿Qué diferencia a este libro de aquel otro que apareció a finales de los años noventa? -Se trata de una reedición revisada, corregida y aumentada. La ciencia histórica también envejece, así que además de revisar todo el texto introduje partes nuevas, algunas de las cuales ya habían sido publicadas por separado en otras obras, como, por ejemplo, en la revista Tierras de León . -¿Conocemos hoy los leoneses mejor nuestra historia que hace, digamos, veinte años? -No. Conocemos menos historia en general, y a este conocimiento ayudan muy poco las series divulgativas mal hechas, como Memoria de España , que vuelve a teorías que estaban en boga hace ya más de cincuenta años. -¿Cuáles pueden ser las causas de este desconocimiento? -Hay que buscarlas en la crisis general de la provincia, que hace que apenas haya recursos para investigar o difundir la historia local o regional leonesa. -En la serie que has mencionado apenas se habla del Reino de León como tal... -Así es, y lo curioso es que se habla mucho más de Aragón, Cataluña o Navarra; cuando por ejemplo Aragón, hasta el siglo XII, no abarcaba más que, prácticamente, 10.000 metros cuadrados, cuando León, desde casi el X, ya estaba encabezando la Reconquista. -Ya sabemos que no somos una unidad de destino en lo universal, pero vamos, los leoneses como tales seguimos existiendo, ¿no? -Claro que sí, León existió como realidad histórica y existe, lo que pasa es que ahora queda una cosa como residual y muy borrosa. Es cierto que se trata de una conclusión desalentadora, pero también esto puede cambiar. -¿Y como entidad territorial? -León, hoy, es una provincia, algo muy desdibujado de lo que en su día llegó a ser. Además, a León lo veo muy exánime, con poca entidad, y espero y deseo que mejore, porque es lo único que puede hacer. Esta tierra sufre de una descapitalización tremenda, tanto humana como económica e intelectual. No hay recursos para investigar, proteger y reivindicar nuestra historia, que, como el patrimonio, también es un 'activo'. Si se sale de León se comprueba cómo estamos, el problema es que no salimos mucho. -¿Qué aportaciones históricas hace el libro? -Hay una reivindicación de esa etapa oscura tardorromana-visigoda-altomedieval, que habitualmente se ha tenido muy poco en cuenta. Hay aportaciones sobre la importancia del papel de la provincia asturiense en la formación de las regiones, así como otros matices y elementos nuevos. No me he fijado tanto en los 'fogonazos' de los reyes y los grandes personajes sino sobre todo en el territorio; distingo entre el espacio regional y las fronteras políticas, los reinos y las actuales autonomías. Y esta esquina leonesa, en la que se articula todo el Noroeste, es, como casi todas las regiones, de fronteras laxas, pero de una enorme riqueza documental y patrimonial. -¿Cuál es el objetivo último de «Las armas del reino»? -No trata de reivindicar cosas pasadas, como esas historias nacionalistas que se hacen en algunas autonomías, sino de explicar claramente la evolución y el presente de un territorio concreto. Además, este libro no trata sólo de historia local, tenemos que entender la aportación de León a la cultura occidental como enormemente importante. -¿Cuando vivieron mejor los leoneses? -Ahora, está claro. Nuestro pasado y nuestra cultura, aunque duela, fue especialmente pobre, una cultura casi de la miseria. Aquí primó siempre lo concejil y lo rural. -¿Nos parecemos en algo a nuestros antepasados astures o legionenses? -Pues compartimos muy poco. Pero lo que no podemos olvidar es que somos fruto de todo aquello, si aquella gente no hubiera vivido entonces, nosotros no estaríamos aquí ni seríamos de esta manera.