| Entrevista | José Luis Chacel |
«Fue la historia del locomóvil Castilla la que me encontró a mi»
El autor vallisoletano hace en «El viaje olvidado» un ejercicio de imaginación documentada que recrea el trayecto del primer vehículo entre Valladolid y Madrid
«¿Cómo era posible que un vehículo tan grande y pesado pudiera desplazarse por sí solo? ¿Qué tenía dentro aquella caldera para pensar que con agua caliente se podía llegar hasta Madrid?» Tardó diecinueve días, cuando una diligencia hacía el trayecto en apenas dos jornadas, y llegó maltrecho, pero llegó. Lo hizo de la mano de Pedro Ribera y el señor Flamier. Y levantó a su paso la sorpresa de quienes contemplaron cómo aquel aparato, con ruedas motrices de más de dos metros de altas y ocho caballos de potencia, podía hacer por carretera lo que el ferrocarril por sus vías. El locomóvil Castilla realizó el histórico trayecto en 1860, pero su historia y la de los pioneros que la protagonizaron había quedado prácticamente en el olvido. Ahora ve la luz de la mano del periodista José Luis Chacel, que comenzó el proyecto como parte de una documentación técnica para el Centro de Investigación y Desarrollo en Automoción (Cidaut), de cuyo patronato forma parte desde hace una década. La gestación de lo que hoy ve la luz en forma de novela, El viaje olvidado , parece el relato de una historia en busca de autor. Los escasísimos documentos iniciales fueron despertando la curiosidad del periodista, que husmeó en hemerotecas y bibliotecas hasta quedar atrapado no sólo por una aventura que sitúa a Valladolid como pionera de la historia de la automoción española, sino por el ambiente de una ciudad que se encontraba en un momento «florenciente y romántico», en plena efervescencia del ferrocarril. «Me empezó a picar el gusanillo de saber cómo había sido aquel viaje, pero me encontré con sorpresas como la absoluta falta de documentación en la mayoría de los ayuntamientos por los que había pasado el Castilla. Tampoco las hemerotecas daban muchos detalles de este trayecto, así que me permití componer una mezcla de realidad y ficción salpimentada con una buena dosis de ilusión», comenta el autor. El resultado es una ameno viaje por Simancas, Arévalo, Sanchidrián, Villacastín, Alcalá, y una serie de poblaciones en las que en autor dibuja un retrato costumbrista de la época. «La mayor preocupación que he tenido durante la redacción del libro se centraba en hacer un reflejo fiel y documentado de las ciudades y de la época, y el resultado es una mentira muy respetuosa con el tiempo». Porque la falta de documentación llevaba inevitablemente a la necesidad de recrear aquellas partes de las que se carece de datos. Chacel introdujo así en la historia a un mecánico que, en un carro, acompañaba y asistía al Castilla. «Una circunstancia que, por otra parte, tendría mucha lógica que hubiera sido cierta». Al mecánico le acompaña un zagal, a través de cuyos sorprendidos ojos el autor va desgranando paisajes y personajes, sin desatender en ningún momento las incidencias que sufrió la innovadora máquina. Esta sorprendente aventura cuenta con ilustraciones de Óscar Bravo y está prologada por Francisco V. tinaut, del Cidaut; y por el colaborador de Diario de León Pedro Trapiello; y editada por el Cidaut. Es, en esencia, la primera incursión novelística del autor, que en cambio ha ganado dos concursos de cuentos. Sin embargo, la faceta literaria más apreciada hasta el momento de José Luis Chacel es la que le lleva a regalar a sus amigos y conocidos con artículos, poesías e incluso guiones teatrales para uso y disfrute de su círculo más cercano, clara muestra de la creatividad de este hombre afable que considera su incursión en el mundo de la novela como una casualidad. «Hay cosas en la vida que no sabes por qué te llegan, pero que no puedes dejar escapar». Chacel no tiene de momento nuevos proyectos literarios a la vista. Quizá hasta que otra historia le atrape.