INTERFERENCIAS
El debate
LA JORNADA del jueves en La 2, bien podría calificarse en términos televisivos de un atracón que comenzó por la mañana y finalizó poco después de las 12 de la noche, al margen el descanso para el amuerzo. Siendo frívolos, una cámara fija sobre una tribuna en la que regularmente se turnaban varios oradores durante horas, parecería la antitele. De vez en cuando unos planos de sus señorías o de la presidencia, con el añadido del recuadro para sordomudos, eran la única alteración a una estructura demasiado encorsetada pero que hay que tomar como viene. En acontecimientos así sobran virguerías, aunque nada indica que un realizador imaginativo no pueda recurrir a primeros planos o planos-detalle que sin duda agilizarían la retransmisión. Ocurrirá el día que los diferentes partidos asuman que las cámaras hurguen en su apariencia personal y no protesten porque a su portavoz le sacaron el lunar o la verruga de la cara, y si su señoría es señora, pues las patas de gallo, por ejemplo. O el nudo de la corbata alterado o caspa sobre sus hombros... No es broma. Es la otra telerrealidad, no la impuesta hasta ahora (y que otros llamanos telebasura) que a ver si la finiquitan de una vez. Consideraciones visuales al margen, que La 2 haya emitido la doble jornada del debate de investidura en riguroso directo, es un servicio público normal en un país democrático.