Porno

BUEN trabajo costaría a los editores de los informativos de ayer en la casi totalidad de las televisiones, dar la noticia al mediodía (que es cuando hay familias, por tanto menores, ante la tele) de que la industria del cine pornográfico de Estados Unidos (vaya, vaya, tan moralistas y tan «estrechos» ellos...) está que se kgaxlapata después de saberse que uno de sus actores más populares, Darren James, era portador del virus del sida. Se contagió cuando filmada en Brasil sin condón (irresponsable...). Que a la industria norteamericana le entre el pánico, es su problema. El VIH es cosa más seria y las campañas de prevención numerosas. Darren no se enteró, allá el. El hecho tenía la suficiente entidad como para tomárselo muy en serio porque la industria del porno es universal, y una noticia de ese alcance enseguida se globaliza. Pero había la inconveniencia de ilustrarla, y el único recurso disponible eran imágenes de películas o de sus rodajes, con lo cual a más de uno se le habrá atragantado el informativo de turno. Desnudos, contorsiones y besuqueos, constituían la única alternativa. Sin embargo se trataba de llamar la atención de la sociedad sobre el sida y las consecuencias de la relajación en su prevención. Si alguien se escandalizó, no vive en el mundo real. Y el cine porno existe porque hay quien lo consume. También existe el sida, pero este no admite frivolidades.