Austral reedita la novela de Luis Mateo Díez ambientada en la Ruta Jacobea
Una de las primeras novelas del escritor leonés Luis Mateo Díez, titulada Las horas completas y publicada en 1990, acaba de ser reeditada por Espasa en su Colección Austral con un estudio crítico del catedrático Felipe Miñambres «muy iluminador, lúcido e interesante». De esta forma describió Mateo Díez a Efe el análisis realizado por el crítico Miñambres, donde pone de manifiesto la «profunda simbología» que guardan las páginas de Las horas completas , ambientada en el Camino de Santiago y «plagada de referencias claves como el paisaje y el clima misterioso e intrigante» de la trama. Protagonizan esta especie de fábula, en palabras de su creador, tres canónigos de provincia «de fuertes convicciones y honorables creencias» que, «como viejos diplodocus salidos de la Colegiata», deciden visitar a un sacerdote amigo en un pueblo cercano, cuando de forma inesperada topan con un peregrino en plena Ruta Jacobea. Esta narración pone de manifiesto el contraste entre «una conciencia de la memoria del pasado y el desorden del mundo». Misterio e intriga Mateo Díez explicó que Las horas completas tiene «un poco de misterio e intriga», así como «elementos de suspense, riesgos y peligros», y añadió que siente «especial predilección» por este relato que en su momento« tuvo una buena aceptación y difusión pero que se había quedado un poco perdido». Académico desde junio del 2000, Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) publicó en 1972 el poemario Señales de humo , pese a lo cual la narración destaca dentro de una obra galardonada con el Premio Café Gijón de Novela Corta (1972), el de la Crítica (1986 y 1999), Nacional de Literatura (1986), Nacional de Narrativa y Castilla y León de las Letras (2000). Dentro de su narrativa destacan Memorial de hierbas (1973), Apócrifo del clavel y la espina (1077), Relato de Babia (1981), Las estaciones provinciales (1982), La fuente de la edad (1986) y Las brasas de agosto (1989). En 1996 saca El espíritu del páramo , que junto a La ruina del cielo (1999) y El oscurecer (2002) cierran la trilogía dedicada al Reino de Celama, trasunto de su localidad natal, donde sitúa este regreso a su infancia y mocedad a través de la memoria.