«Ante el asesinato de José Couso, Bush sólo dijo: 'Así son las guerras'»

Aquí Bagdad. Crónica de una guerra , tiene un protagonista sobresaliente que va adquiriendo, a medida que avanza el relato, características de auténtico héroe: se trata del pueblo iraquí, auténtico depositario de todos los dolores y todas las desesperanzas que está sembrando un conflicto que aún perdura. La leonesa Olga Rodríguez, que cubrió para la Ser la guerra de Irak, presenta hoy este «libro-catarsis» en El Corte Inglés de León. -¿Qué se va a encontrar el lector en «Aquí Bagdad»? -Todas aquellas experiencias, vivencias y sentimientos que no pude transmitir en su momento por lo rápidas e inmediatas que son las informaciones para la radio. Además, no está escrito con estilo periodístico, sino que más bien es un relato novelado sobre hechos absolutamente reales. Esta fórmula me pareció más cercana, tanto para establecer contacto con el lector como con las historias que cuento. Historias protagonizadas por iraquíes con nombres y apellidos y por periodistas cuyo día a día se despliega en estas páginas. -¿Cuánto tiempo tardó en escribir este libro y en qué condiciones redactó el texto? -Lo comencé el pasado mes de julio en Nueva York, donde estaba destinada como enviada especial de la Cadena Ser, y tardé unos cinco o seis meses en escribirlo, aunque a ritmos muy diferentes. Más que escribir, lo que hice fue escupir lo que llevaba dentro con muy poco pudor, fue una especie de terapia y en él se aprecia mi orden de prioridades: en el libro, en primer lugar, está el pueblo iraquí, la auténtica víctima del conflicto. Ahí está el drama de la guerra, que es la anulación más absoluta del ser humano, lo que le incapacita para planear cualquier futuro. -¿«Aquí Bagdad» contiene algún tipo de moraleja o enseñanza de tipo práctico de cara al futuro? -Contiene algunas reflexiones políticas y también algún tipo de moraleja o, mejor dicho, plantea y deja en el aire una pregunta concreta que surgió a raíz de dos situaciones: una me sucedió en una conversación con un médico estadounidense que me atendió en el Hotel Palestina. Él me relataba las historias de los soldados muertos o heridos que había conocido y yo, las que se referían a los sufrimientos de la población civil. Él se limitó a contestar: «Así son las guerras». Cuando a George Bush le preguntaron por el asesinato del cámara de Telecinco José Couso, respondió lo mismo: «Así son las guerras». Yo me pregunto, entonces: ¿Por qué se hacen?, ¿cómo se hacen? y, sobre todo, ¿cómo se pueden parar? Urge encontrar respuestas a estos interrogantes. -A su juicio, ¿por qué se invadió Irak? -Los atentados del 11-S fueron el prólogo de muchas cosas. Después de que se produjeran, el gobierno estadounidense necesitaba demostrar al mundo que eran la primera potencia. A ello hay que unir la obsesión personal de George Bush con Sadam Huseín, el gran enemigo de su padre, y también la posición geoestratégica de Irak y sus grandes reservas de petróleo. -¿Asistimos a una mayoría de edad de la población civil, que se opuso mayoritariamente al conflicto? -Para mí, eso supuso el nacimiento de una nueva fuerza política, y creo que esa confrontación de la población civil a las posturas de sus gobernantes sirvió para algo: hizo público lo que la gente pensaba, y creó un precedente para el futuro. El compromiso de una buena parte de la sociedad española -actores, artistas y ciudadanos en general- me pareció ejemplar. -¿Contenta, pues, con la retirada de las tropas españolas? -Es una postura inteligente, sobre todo por la situación en la que se encuentran actualmente las tropas españolas, que es algo que la gente en general desconoce: no están allí como fuerzas de ocupación, sino en cumplimiento de una labor humanitaria, de modo que no pueden actuar para atacar; así que había que replantear su status o bien retirarse. -El futuro de Irak, ¿se asemeja más a lo que sucedió con Vietnam o a lo que está pasando en Palestina? -No creo que sean situaciones similares. La geografía de Vietnam es radicalmente distinta a la de Irak, pero sí que el conflicto se puede enquistar tanto como el palestino y crecer todavía más. Yo veo el futuro de Irak bastante negro, incluso después del 30 de junio, con el traspaso de poderes a un gobierno que, por cierto, ha sido puesto por Washington. También me sorprende que en ningún momento los ocupantes hicieran el más mínimo esfuerzo por comprender la cultura iraquí; ¡muchos de los soldados estadounidenses ni siquiera sabían lo que era el Ramadán!