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El grupo donostiarra presentó en León el álbum «Lo que te conté mientras te hacías la dormida»

Buen pop y deficiente sonido bajo la cúpula del recinto León Arena

Más de cinco mil personas se dieron cita anoche en el concierto del grupo La Oreja de Van Gogh

La Oreja de Van Gogh durante un momento de la actuación ayer en el León Arena

Publicado por
Ricardo Suárez - león
León

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Tras los decepcionantes resultados conseguidos, en materia de afluencia, por gente como David Bustamante, Joan Manuel Serrat, El Fary, Álex Ubago y Paco de Lucía, la Plaza de Toros leonesa registró anoche una buena entrada en el concierto del grupo La Oreja de Van Gogh. Más de cinco mil personas, jóvenes en su mayoría, acudieron a una convocatoria en la que el quinteto donostiarra presentaba los temas de su último trabajo discográfico, «Lo que te conté mientras te hacías la dormida». Con quince minutos de retraso, propiciados seguramente porque todavía seguía entrando gente al recinto, dio comienzo un asombroso preludio musical en el que se oía la voz de Doris Day entonando el conocido «Qué será, será». Unos inesperados acordes que comenzaron a desvirtuarse dando paso a la explosión sonora y luminotécnica que acompañó la irrupción de la banda sobre el escenario. Ataviada con una camiseta de tirantes verde y un pantalón blanco, Amaia Montero, vocalista, ejerció de animada maestra de ceremonias en una actuación centrada en las canciones que dan forma a su último álbum. No obstante, el grupo, que completan Xabi (teclados), Pablo (guitarras), Álvaro (bajo) y Haritz (batería), se dedicó también a rescatar sus temas más celebrados. Composiciones que integraban Dile al sol y El viaje de Copperpot y siguen manteniendo absoluta vigencia. De ese modo, mostraron un repertorio en el que se alternaban títulos como Cuéntame al oído, El 28, La carta o Soñaré, con otros de nueva factura, como Rosas, Tú y yo o Vestido azul. Una eficaz puesta en escena y la soltura que demuestra sobre el escenario un grupo que acaba de regresar de un tour latinoamericano, fueron empañadas sin embargo por la pésima calidad sonora. Salvo en las citas con Serrat, acompañado por una Orquesta Sinfónica, y Paco de Lucía, que cultiva un discurso sonoro que no necesita de grandes artificios, los conciertos en el León Arena ponen de manifiesto la inadecuada acústica del recinto. Para transformar un coso taurino en una sala de conciertos hace falta algo más que instalar una cúpula.

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