Diario de León

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Entre la realidad y el delirio

El Auditorio «Ciudad de León» vivió el viernes una de las veladas más inolvidables de la lírica con la actuación, única en España, de la mítica soprano búlgara Raina Kabaivanska

Publicado por
M. Á. Nepomuceno - león
León

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El Auditorio de León vivió la pasada noche uno de los momentos más fascinantes de su corta pero intensa historia: la presencia en su escenario de un mito de la lírica del siglo XX como es la soprano búlgara Raina Kabaivanska. A pesar de sus más de 47 años sobre los escenarios del mundo entero interpretando papeles de las más diferentes estéticas y tendencias estilistas, su instrumento canoro no presenta un deterioro importante, aunque el desgaste natural en algunas zonas de su voz comienza a hacer acto de presencia, resultando a veces admirable la facilidad con la que resuelve algunos pasajes en los que la desigualdad de escala difumina el color vocal. En la zona grave, el instrumento es a veces quebradizo y en la zona alta algo tirante en los agudos, presentando un leve vibrato producto del desgaste natural y alguna turbulencia en ciertos sectores de su línea decanto, mientras que en el centro es perfecto, con redondez y transparencia. Permanece intacta esa messa di voce, (las notas se deslizan con naturalidad creciendo o disminuyendo), como permanece intacto también ese virtuosismo y esa agilidad para sortear los pasajes floridos con un fiato amplio y un legato adecuadísimo a cada grupo de frases. Acompañada al piano por la magnífica Nicoletta Mezzini, una espléndida pianista quien la supo arropar con elegancia, y mimo, Raina brindó un programa pletórico de sensibilidad y belleza. Su extrema dificultad residió en la intensidad expresiva que insufló a cada una de sus arias. Comenzó con Rubisntein, elevó el calor emocional con Dvorak, y alcanzó su cenit con Puccini, pero sembró el camino de gemas canoras del más puro lirismo como la «Pietá Signore» y el «Ave María» del «Otello» de Verdi, y la «Elegía» de Massenet, que formaron un ramillete escogido de lo más selecto de su actual repertorio. La hermosa Aria de «Lia» de Debussy fue traducida con un perfecto uso de los dobles reguladores y el «Vissi d¿arte» de Tosca, por el que pasará a la historia, fue construido con la introspección, la inteligencia y el dramatismo que siempre han adornado a esta sensible soprano. Con Weil mostró que hoy por hoy su calidad de cantante actriz no tiene parangón y con Poulenc que ninguna escuela ni estética le son ajenas. Lo que Raina dejó en León fue una hermosa e irrepetible lección de lo que una de las más grandes cantantes de todos los tiempos puede trasmitir con su voz seductora, su inteligencia y su inigualable presencia escénica. ¡Gracias por la emoción, Raina!

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