A 6

RESULTÓ deslucido porque seis invitados son muchos pese a la estructura elegida, la de plantear una batería de temas comunes a todos los candidatos, que Pedro Piqueras intentaba administrar de la manera más eficaz posible. Era el prometido debate a seis en La Primera de TVE. Lo que era una iniciativa loable, la de posibilitar que el espectador pudiera contrastar los diferentes programas mediante la defensa por parte de sus principales líderes, se quedó en ráfagas aisladas, a veces substanciadas en diálogos de sordos. Sin olvidar una cierta sensación de resaca de las últimas elecciones. Se habló de Europa menos de lo que cabría esperar. Con todo, no fue lo peor. Lo que chirriaba era el decorado en cuanto a la disposición de los seis políticos. Sentados en una especie de pupitre aislado pero demasiado apretado, como para permitir su entrada en plano de tres en tres. Aunque utilizaron el recurso del plano medio cuando intervenía cada uno de ellos, al realizador se le hacía cuesta arriba mostrar la discrepancia cuando era cosa de dos o más. Quizá escenario tan caduco respondiera a un acuerdo consensuado, pero si fue así, la pifiaron. Resultó un espectáculo con más de absurdo que de normal. Se llega a tales extremos en lo de controlar tiempos, cámaras, ángulos y luces, que lo principal, que es conocer las propuestas, pasa a elemento secundario. Casi se agradece que no vuelvan a intentar un debate así. Y, por favor, sin interrupciones publicitarias...