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El autor explica que trata de conseguir reflejar el panteísmo de las cosas sin vida

Félix de Agüero muestra la magia de la irrealidad en la sala Arte Lancia

Su obra refleja un mundo en el que los humanos parecen haber desaparecido

El autor posa delante de uno de sus cuadros

Publicado por
Marcelino Cuevas - león
León

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La pintura de Félix de Agüero es sinónimo de soledad, son sus cuadros interminables panorámicas que amplían la visión horizontalmente hasta convertirlos en largas parábolas irreales. Sus escenarios están ocupados por objetos que hablan de la presencia humana, de unos seres que, como si hubiera sucedido un terrible cataclismo, han desaparecido dejando las sombrillas y las toallas sobre la arena de la playa, o las sillas abandonadas en el jardín, como si misteriosamente hubieran sido borrados por una fuerza ignorada. El espectador percibe el silencio que emana de las meticulosas pinturas de Agüero, solamente roto por los «bips» marcados por los levísimos cortes del plano que contribuyen a convertir sus cuadros en un espectáculo se sobrecogedor surrealismo. En la exposición que acaba de inaugurar en la Arte Lancia, Félix de Agüero presta una atención prioritaria a las imágenes marinas, aunque también hace algunas incursiones en su propio territorio, en el paisaje del pueblo de Villabalter donde tiene su estudio. «Se trata de dotar a la exposición de un criterio de unidad, -asegura- he querido mostrar lo que he pintado durante el último año. He tratado de reflejar, más que el mar, los límites de la tierra». Las pinturas profundamente realistas de Agüero tienen una parte de fiel retrato del paisaje y otra de recreación del mismo. «Son reales en principio, cada uno de los objetos que aparecen existe, pero no como se ve en el cuadro terminado. Compongo a través de elementos reales pero asimilándolos a la idea compositiva. Más que a escenas reales quiero aludir a movimientos, a juegos geométricos». El pintor explica la irrealidad de sus obras diciendo: «Creo que es mucho más humano el no pintar a las personas, quizá sea porque yo encuentro humanidad en cualquier cosa, es el panteísmo aplicado al arte. El cuadro se convierte en una especie de juego entre el escenario y el espectador, al no ver personas el que lo ve puede hacerlo más suyo, sumergirse en él. Pinto las ausencias en vez de las presencias». A Agüero le gusta pintar sus obras en forma de series, de repeticiones de un mismo escenario con ligeros cambios de perspectiva, convirtiendolos en una especie de secuencias con cierto ritmo cinematográfico, además trabaja tanto los pequeños formatos, con los que ha logrado varios premios, como los grandes. «En los últimos tiempos pinto en formatos mayores, sobre todo porque me gusta participar en certámenes de pintura y en algunas bienales, y esto comporta hacer obras mayores. También pienso que como escenarios que son permiten una mayor integración a quienes los contemplan. Los cortes que hago en los cuadros representan la imposibilidad de representar una escena de una sola vez, intento con ellos aludir a diversas percepciones, a diversas emociones. Pretendo concentrar en cada obra muchas posibilidades». Agüero se define como un pintor investigador. «Cuando viajo me preocupo más de estudiar el paisaje que de disfrutarlo. Después, en el estudio, investigo con las imágenes que he recogido en mis apuntes y elaboro los cuadros.

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