Detrás del amarillo canta el pájaro
La rehabilitación del palacete de Independencia acogerá por fin el legado que el pintor palentino dejó a la provincia, y que lleva siete años esperando una ubicación definitiva Cinco décadas inte
Tras el anuncio del inicio inminente de las obras de rehabilitación del palacete de Independencia el deseo de Juan Manuel Díaz Caneja (Palencia 1905-Madrid 1988) está más cerca de hacerse realidad. El pintor palentino legó a la provincia una parte importante de su cotizada obra. Un deseo que se encargó de hacer realidad su viuda, Isabel Fernández Almansa, a través de su testamento; y que se materializó en la aceptación del legado por parte de la institución provincial en 1998. Desde entonces sesenta obras del pintor conforman la colección más completa del fondo pictórico de la Diputación, que es, tras la Fundación Díaz Caneja de Palencia, la segunda institución con más cuadros del artista. Una obra que ocupa también un lugar destacado en el Museo Reina Sofía o el Instituto Valenciano de Arte Moderno. El próximo año el legado de Díaz Caneja ocupará la mayor parte de las remozadas dependencias del antiguo Instituto de Higiene. En sus paredes colgarán 58 piezas de óleo sobre lienzo y dos pintadas sobre táblex, en las que el autor escudriña el paisaje castellano, un motivo que más que en centro de su trayectoria se convirtió en una auténtica obsesión artística y personal. «Quien quiera contemplar la pureza canejiana en toda su plenitud tendrá que ir al Instituto Leonés de Cultura, a la Fundación Caneja de Palencia, al Museo Municipal de Madrid, el Reina Sofía o el Ivam. No son malos lugares para quien hizo de la pintura su vida y su patria. Y el lugar sagrado de su independencia y su amor a la libertad». Así explica la satisfacción por la llegada de parte del legado a León quien fue albacea de su obra, Javier Villán. La relación de Díaz Caneja con León es doble: por un lado su familia procedía del valle de Sajambre, y por otro su intensa relación con Antonio Gamoneda fue decisiva para su deseo de legar parte de su herencia pictórica a la provincia. «Murió Caneja sin llegar a ver el destino de su obra _escribe Villán_, hoy creo que cumplido a plena satisfacción: los museos». Caneja fue un hombre íntegro en sus convicciones personales y pictóricas. Su fidelidad a los ideales de izquierdas le llevó a la cárcel tras la Guerra Civil; y su pintura es a veces una provocación, definida a menudo como «minoritaria, recalcitrante y solitaria». Un hombre singular que pintó su tierra de Campos, diáfana, llana y trigal; con una austeridad en el trazo y un rigor en la composición que se traduce en el violento dramatismo de sus tierras de Castilla.