Siempre repetido, siempre distinto
Díaz Caneja pintó de manera obsesiva el paisaje castellano, siempre repetido y siempre distinto. Rigor compositivo, geometrismo y policromía de ocres, rosas, azules, violetas y amarillos definen su obra. «Destrás del amarillo canta el pájaro», escribió este artista, también poeta. Dice Villán: «Adicto a las vanguardias, Caneja fue en pintura inicial y matizadamente cubista; y surrealista y automatista en poesía».