INTERFERENCIAS
El Bigotes
NO ES OTRO que José María Iñigo, viejo rockero catódico, que en su espacio Carta de ajuste (La Primera) logró el lunes quizá su mayor altura al invitar a otros dos iconos de la tele clásica: el periodista y presentador Pepe Navarro y el actor David Carradine. Descubrir a Iñigo a estas alturas, sería de cegatos, pero es que el tío está que se lo come con salsa y con patatas. Verlo con Minerva Piquero, paliqueando en fluido inglés con el mítico King-Fu, fue una pequeña gozada (aunque breve). El actor está en España para promocionar Kill Bill 2, otra petardada del espabilado Tarantino, y José María se lo llevó al plató como en sus tiempos de televisión única con Directísimo, por ejemplo. Con Navarro dispuso de más tiempo (Iñigo, viejo zorro, sabía que más de diez minutos inglés-castellano con Carradine se harían insoportables) y valió la pena. Recuperó para la audiencia a quien con excesiva frivolidad se le acusa de pionero de la telebasura a partir de 1995 con el ya clásico Esta noche cruzamos el Mississippi, o pocos años después con La sonrisa del pelícano (que se lo trincaron por las bravas, pero daría pie a las peores y actuales Crónicas Marcianas). José María le hizo un favor porque con su entrevista y con su buceo en los archivos, demostró que Pepe Navarro es un number one que pide a gritos un espacio. Por sus palabras se dedujo que tiene a la tele por algo más que un escaparate para la estupidez.