INTERFERENCIAS
Cantante Powell
AUNQUE sucedió el pasado 1 de julio en Yakarta, el mundo se confirmó al revés cuando la tele mostró a Colin Powell vestido de obrero de la construcción, con chaleco, martillo al cinto y el reglamentario casco, agarrado a un micro y profanando el mítico tema YMCA del grupo Village People durante una cumbre internacional. Y por si no bastara, lo acompañó de unos cuantos pasos de baile. No es la primera vez que Powell muestra sus debilidades por los escenarios del espectáculo. De no ser el secretario de Estado de los Estados Unidos bajo el ordeno y mando del cuestionado George Bush Jr., el numerito no pasaría de anécdota, que los políticos son gente así. Pero sacaron a Powell en la tele y en los mismos espacios informativos en los que le vemos justificar el sonrojante atropello de Irak o templar gaitas con el nada recomendable Ariel Sharon. Por citar algunos ejemplos de conflictos que implican a su país y en los que se derrama abundante sangre. Si a cualquier occidental decente, la secuencia de su minishow canoro le produjo sarpullido, imaginen lo que pensarían los parientes de los muchos ciudadanos ya bajo tierra por las discutibles acciones de Bush, el amo de Powell. Alguien apuntó que estos gestos son parte de las relaciones públicas y una manera de aproximarse hacia los nativos y sus dirigentes. Si los orientales se pierden por los shows canoros y el karaoke, Powell deberá hecerlo. Bufón, sin duda.