Grand Prix, brrr...

QUE LA tele no vive su mejor etapa creativa, lo confirma la vuelta de Gran Prix a La Primera. ¡Diez años! Toda una década enfrentando a 14 pueblos dos a dos, sometiendo a sus concursantes a chorradas como Los troncos locos o La patata caliente, por 40.000 euros, una migaja para la parafernalia que moviliza. Eso sí, habrá nuevas pruebas: La vaca troyana, la varita mágica o el señor de los anillos. Y el no fungible, el todoterreno, el igualrotoquedes-cosido, Ramón García. Y TVE contenta como unas castañuelas, que así arregla tres horitas y media de parrilla, chunga en tiempo de estío. Amparados en el topicazo de que todo está inventado en cuanto a contenidos, programadores y creativos se van de rositas. Eso de renovar parrillas, de innovar discursos visuales, de darles vuelta como a un calcetín, es pasto de teóricos, de ajenos al medio. Mentira co-china. La evolución y la innovación en el medio, se dio en toda su historia. Ocurre que es más cómodo jugar sobre seguro, que además vamos mal de presupuesto. El cansancio intelectual (con perdón) que provocará encontrarse cada viernes con la jeta de Ramón y sus atribulados concursantes, invitará a lo que es un sano ejercicio: el de la abstinencia televisiva, una terapia que el más chato de los psicólogos recomendaría como muy saludable en verano.