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Por el camino de Gardiner

Memorable concierto del Coro Monteverdi pese a la escasez de asientos y la falta de organización

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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La esperada actuación en la Catedral del Coro Monteverdi con Elliot Gardiner al frente, dentro del programa que la Fundación Siglo ha preparado para conmemorar el actual año santo, colmó todas las expectativas puestas en ellos con un éxito clamoroso y volvió a dejar al descubierto los viejos traumas que aquejan a la organización de conciertos en la Catedral. Una vez más, los promotores y mecenas de este encomiable proyecto toparon con los insolubles problemas que el Cabildo catedralicio plantea cada vez que se les pide permiso para celebrar un concierto de música sacra en «su» recinto y enviaron a Gardiner y sus huestes al trascoro como si de una escolanía colegial se tratara. Naturalmente, esto provocó una reducción en el número de asientos y una avalancha de público que iba y venía nervioso por las naves laterales intentando lógicamente seguir, no sólo con el oído sino también con la vista, la actuación del emblemático coro. ¿Era tan problemático permitir que el concierto se celebrara en el crucero como sucede con el Festival de Órgano, lo cual hubiera dado cabida con asiento y visibilidad a los cientos de personas que de otro modo tuvieron que limitarse a permanecer de pie, ciegos? Por mucho que se esforzaron los organizadores y azafatas, el trasiego adquirió proporciones importantes con entradas y salidas continuas del público durante la celebración e imprevistas manifestaciones de algún que otro espectador que no quería perderse un autógrafo del maestro y se lanzó sobre él sin ningún pudor en un breve receso del concierto. De cualquier modo se ha pecado de falta de previsión, porque viendo el éxito y la afluencia de público en los anteriores conciertos, los promotores debieron buscar una solución viable para que un magno acontecimiento como éste no estuviera supeditado a personas poco sensibles a la música y quedara deslucido por los imponderables. «Ante todo está la música y eso debería prevalecer por encima de los hombres» (Gardiner dixit), pero lamentablemente esto se suele olvidar muy a menudo. Pese a todo y a todos, no cabe duda de que la elección de un día tan especial como el del pasado domingo para que la Catedral fuera la sede del concierto estrella de los celebrados y los que aún quedan por celebrar en el Camino, ha sido una deferencia de la Fundación Siglo, para otros sólo una coincidencia, y es algo a tener en cuenta. En términos artísticos y de calidad interpretativa el resultado ha sido espectacular, único y excelente, pues nunca antes había pasado por León unas voces del nivel estilístico, afinación color, y pureza como las del Coro Monteverdi, tal vez el mejor coro del mundo con permiso de The Tallis Scholars, pero indudablemente en lo más alto del escalafón canoro del momento y desde hace cuarenta años que son los que celebra ahora esta formación británica. Gadiner eligió un programa distinto a los anteriores, porque según él «cada lugar requiere una música apropiada». En Sahagún, los autores del siglo XVI tuvieron mayor presencia, mientras que en León, el Codex Calixtinus , libro de los libros del Camino, tuvo especial protagonismo. Nueve cantos escogidos del citado códice tuvieron en las matizadas voces del Coro Monteverdi el verdadero significado de una celebración jacobea. Desde la girola y caminando por las naves laterales de la Pulchra las voces masculinas primero y las femeninas después fueron tejiendo esos cantos con una intencionalidad y profundidad dramática exquisitas, haciendo valer su perfecta línea de canto, auténticas solistas por sí mismas, que en ningún momento pierden la afinación, la textura, el color, ni la acabada impostación, principio y fin del secreto y el resultado de sus magistrales intervenciones. De Victoria también tuvo su lugar con el Kirye , joya del concierto que alcanzó momentos sublimes en las trasparentes voces de las sopranos. Traslado de la acción hacia el altar mayor y nuevos cantos de Lobo y de Palestrina para seguir con Guerrero y su hermosísimo Duo Seraphin antes de encarar el último bloque del Codex con el coro al completo en una de las más escalofriantes versiones del Dum pater familias que he escuchado. De otra dimensión.

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