| Crónica | La referencia perdida |
El descrédito del pasado
La coherencia que mantenía la arquitectura popular de muchos pueblos hasta la década de los ochenta se ha desdibujado
La causa del desapego hacia los modelos heredados de los antepasados es exclusivamente cultural. A esta conclusión llegaron, entre otros, los arqueólogos y etnógrafos que a finales de los años noventa realizaron un informe sobre la conservación del patrimonio cultural en León, a través de las intervenciones del ILC. En un trabajo titulado La investigación del patrimonio etnográfico: la arquitectura tradicional en los Oteros y Valle del Esla, la casa tradicional y los palomares , el grupo de expertos concluye: «No hay otras razones que sustenten esta ruptura radical, pues los modelos precedentes brindan un patrimonio inmueble en un estado de conservación razonable, y susceptible de adaptación a las nuevas necesidades». El informe evidencia el avanzado proceso del deterioro que sufren las construcciones tradicionales de la comarca, proceso que liga a la profunda transformación que sufre el mundo rural en general. La pérdida de población y el abandono del sistema económico de agricultura tradicional han llevado por un lado a un modelo en el que las casas de los pueblos son una segunda residencia, porque sus habitantes viven en las ciudades. «El secano no fija la población», explican, porque permite a los agricultores vivir en ciudades o pueblos más grandes y acudir periódicamente a cuidar sus tierras. En consecuencia, la casa de pueblo pierde muchas de sus funciones. Ya no son necesarios los corrales ni los almacenes, y se reforman las edificaciones en función de necesidades que no tienen nada que ver con las originales. El equipo del ILC define tres actitudes: el abandono o destrucción para construir una nueva vivienda, generalmente alejada de las tradiciones autóctonas; la reforma de la casa introduciendo materiales y formas ajenas a la tradición y la conservación estricta, generalmente a manos de una población envejecida y de próxima desaparición. «Ninguna de las tres garantiza la pervivencia de la arquitectura popular. Esta constatación es palmaria en los Oteros. En un lapso de quince años los núcleos han perdido la coherencia homogénea que todavía conservaban en 1980», concluyen. «La despoblación, el abandono y la transformación caótica han cambiado la faz de los pueblos hasta hacerlos irreconocibles». Sin embargo, consideran que no hay factores que realmente justifiquen esta situación. «La construcción popular se puede adaptar a los niveles de confort exigidos actualmente». ¿Cuál es el motivo de la desaparición entonces? «El descrédito de la cultura tradiconal entre las generaciones en las que se produce una glorificación de lo nuevo, símbolo del progreso benefactor, en detrimento de lo que se considera obsoleto y se identifica con los aspectos más ingratos de los modos de vida del pasado».