Reconstrucción y supervivencia
Nos hallamos en el umbral de la aparición del reino leonés: los últimos reyes asturianos vivieron una época de tensiones y luchas constantes, tanto externas como internas
Ramiro I , el décimo rey astur (842-850) fue probablemente el más enérgico de todos. Casó con Paterna y de este matrimonio nació Ordoño, futuro Primero. Ramiro fue elegido por la nobleza, pero aprovechando que estaba ausente de Oviedo (había ido a los nacientes condados de Castilla en busca de segunda esposa), el comes palatii , su conde de palacio, Nepociano, se apoderó del trono. Enterado Ramiro de esta traición se trasladó a Lugo, reunió un ejército, entró en Asturias y venció a las tropas del usurpador junto al río Narcea. Nepociano, vencido y capturado, fue condenado a ceguera y encerrado en un monasterio. El reinado de Ramiro I supuso unos años de respiro para los astures frente a los musulmanes, más preocupados por otros problemas, lo que evidentemente espació sus terribles aceifas estivales y permitió el fortalecimiento y la recuperación de sus ejércitos como para que pudieran rechazar un desembarco vikingo cerca de Gijón, y hacer frente a los normandos (844) en tierras gallegas, donde Ramiro los venció junto al Farum Brecantium (la torre de Hércules). En el aspecto de reconquista Ramiro ocupó León durante algunos años, quizá 844-846, pero este último año las tropas de Muhammad, hijo del emir cordobés Abd al-Rahman II incendiaron la ciudad, que quedó otra vez desierta. Dentro de su reino sofocó distintas revueltas que condenó con ceguera o muerte a algunos magnates, como Aldroito y a otro nuevo conde de palacio, Piniolo, y a sus siete hijos. No estuvo exento, sin embargo de luchas contra el mundo musulmán que hostigaba al reino por el flanco este. Ubayd Allah atacó Álava (842) con la ayuda de Musa II de Tudela, del linaje de los Banu Qasi, y en 848 otra expedición islámica concluyó con la devastación de las tierras alavesas. Un arquitecto oriental, quizá peregrino, le orientó en la realización de sus grandes obras en el monte Naranco, próximo a Oviedo. Allí construyó su palacio (más tarde iglesia de Santa María del Naranco) y San Miguel de Lillo. El arte hecho en su reinado también ha pasado a ser conocido como ramirense. Ordoño I (850-866) es el undécimo y penúltimo rey astur. Es hijo de Ramiro I y de Paterna, casó con Munia o Muña, con la que al parecer tuvo cinco hijos. Comenzó su reinado luchando contra los vascones, a quienes sometió. Apoyó a los mozárabes de Toledo y acudió en su ayuda, pero el ejército astur, dirigido por el conde Gatón del Bierzo, junto con los toledanos rebeldes fueron derrotados (854) junto al arroyo Guadecelete que cruza la llanura suroeste de Toledo. A este fracaso sucedió otro dirigido por Musa II de Tudela, en tierras alavesas. Pero estos contratiempos no impidieron a Ordoño avanzar hacia el sur en dirección al Duero, reforzando la línea Tuy-Astorga-León, repoblando la segunda (854) y reconstruyendo las murallas de León (856). Sobre la línea de estas tres ciudades basó el sistema defensivo de su reino. Rechazó también por esa misma época (858) otra intención de incursión normanda en Galicia. Musa II, que se hacía llamar «tercer rey de España», hizo edificar la fortaleza de Albelda o Albaida, al sur de la actual Logroño, un punto estratégico desde el cual era posible dominar los accesos a la Vardulia, Álava y Navarra. Pero Ordoño I se adelantó al peligro, asedió el castillo, derrotó a una expedición enviada por Banu Qasi, degolló a sus defensores y destruyó la fortaleza (859). Ordoño y el conde castellano Rodrigo, o quizá un hermano de éste, fueron capaces de realizar expediciones lejos del reino. Así tomaron Coria, a orillas del Alagón en Cáceres, y Talamanca, junto al Tajuña, en tierras de Madrid (859). En respuesta a las iniciativas del reino astur, el emir cordobés envió dos expediciones contra los cristianos (863 y 865). Ordoño I intentó en la primera cortarles el paso (no es posible asegurar si por el desfiladero de Pancorvo o por la hoz de la Morcuera), pero fue derrotado. En la segunda expedición musulmana, más poderosa que la anterior, las tropas islámicas avanzaron por el valle del Duero, se dirigieron hacia la antigua Autrigona y saquearon la Bureba y las riberas del alto Ebro. El conde Rodrigo quiso cortarles el paso por el desfiladero de la Morcuera, cerca de Miranda de Ebro, pero las tropas cordobesas infligieron una severa derrota a las huestes castellanas, lo que determinó un retroceso de las fronteras cristianas. Quizá Ordoño I, enfermo de gota, ya en su final permitió ser secundado en los condados de Castilla por Rodrigo, y en Galicia por su hijo y sucesor Alfonso. Alfonso III el Magno (866-910) es el último rey astur y el que al final de su reinado más dilatada pudo dibujar la línea de demarcación de su reino. Casó con Jimena de Navarra, cuya estirpe todavía se discute, aunque probablemente era hija del rey García de Pamplona. De este matrimonio nacieron los tres primeros reyes leoneses. En los comienzos de su reinado hubo de enfrentarse al conde de Lugo, Fruela Bermúdez, que le disputaba la corona y hasta parece que llegó a usurparle el trono, quizá refugiándose Alfonso en alguna parte de Castilla. En este sentido hay fuentes que nos dicen que pronto sus fieles mataron al usurpador y el joven monarca pudo recuperar la corona. Posteriormente hizo frente a los vascones dirigidos por el conde Eilo y a un par de ataques musulmanes para enviar más tarde a algunos de sus magnates a repoblar tierras del norte de Portugal. En 878 se apoderó de Coimbra y el reino llegó a extenderse hasta el Duero y el Mondego (región y río central de Portugal que pasa por Coimbra y desemboca en el Atlántico), llegando hasta Coria y alcanzando tierras de Madrid. La fortuna quiso que llegase a sus manos Hasim ibn Abd al-Aziz, ministro del emir de Córdoba, Muhamad, quien fue apresado por un rebelde emeritense, Abd al-Rahman ibn Marwan, apodado el Gallego y entregado al rey asturiano como señal de amistad. Esta contingencia y la posterior adopción de postura de fuerza y negación a entregar al ministro a su autoridad musulmana, provocó que el emir enviara un ejército contra Alfonso. A él tendrían que añadirse distintas tropas de frontera de Toledo, Guadalajara y Talamanca, y todas juntas habrían de coincidir en León. Pero mucho antes de que llegaran a esta ciudad, Alfonso les sorprendió y aniquiló en el valle del Tajo, en Polvoraria (unos diez mil hombres). Luego se aprestó a defender León. Cuando el ejército cordobés inició la retirada también fue alcanzado y derrotado en Valdemora, situación que pudo obligar definitivamente a que el emir pagara 100.000 sueldos de oro por el rescate de su ministro Hasim, quien libre ya y de regreso en Córdoba hizo que el emir pidiera una tregua de tres años. Era la primera vez que un emir pedía una tregua. Muhamad, sin embargo, organizó una flota para atacar las costas gallegas, pero ésta fue destrozada por una tempestad, mientras Alfonso reagrupaba sus efectivos para una expedición en apoyo de rebeldes emeritenses y, en compañía de el Gallego , cruzó el Guadiana, cerca de Mérida y en el monte Oxifer derrotó nuevamente a un ejército cordobés. El desquite del emir Muhamad fue organizar nuevamente un gran ejército mandado por al-Mundir y por Hasim ibn Abd al-Aziz, que avanzó primero contra los Banu Qasi del valle del Ebro (durante estos años los hijos de Musa, el caudillo renegado que había sido derrotado por Ordoño I en Albelda se habían convertido en aliados del rey asturiano). Allí atacaron en 882 a los hijos de Musa y avanzaron después por la vía romana de Zaragoza a Astorga, tomaron Castrojeriz y llegaron a León, donde les esperaba Alfonso, pero Hasim no quiso combatir y se limitó simplemente a canjear a algunos de los Banu Qasi apresados, por familiares suyos que estaban retenidos en Asturias. En el 883 el mismo ejército repitió la campaña, pero tampoco León fue atacada. En la España musulmana de aquellos años se vivían desgarradas descomposiciones y rebeliones, tanto que con el advenimiento del emir Abd Allah (888), Córdoba fue incapaz de hostigar al reino asturiano. En algunas fuentes se habla de que Alfonso entregó a su hijo Ordoño, futuro Segundo, rey de León, a los Banu Qasi (quizá antes de 882) para que lo criaran y cuidaran en Zaragoza, pero hay que tener en cuenta que era precisamente nieto de su vencedor, Ordoño I, aunque bien es verdad que los Banu Qasi ya se habían convertido en aliados de la monarquía asturiana y en todo su abanico de representaciones. Hacia 904 ó 905 Alfonso encomendó el gobierno de Galicia a su segundogénito y preferido, Ordoño; el de Asturias o núcleo primigenio del reino a su tercerogénito, Fruela; y la parte leonesa y la conquista efectuada más al sur a su primogénito, García.