Diario de León

Demostración de fuerza

El gran Ramiro II hizo frente a los intentos de desestabilización del reino por parte del conde Fernán González: a éste lo encerró durante algún tiempo en el castillo de Gordón

Ruinas del castillo de Gordón, donde el rey de León pudo encerrar al conde de Castilla

Ruinas del castillo de Gordón, donde el rey de León pudo encerrar al conde de Castilla

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C. Santos de la Mota - león
León

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El parentesco de Fernán González con Ramiro II puede que facilitase la consecución de la investidura reunida de todos los distintos condados en una sola persona y llegar a ser comes totius castellae , que más o menos podemos entender por conde de toda Castilla. En esta situación de ego subido, soberbia y poder, Fernán González se levantó contra su rey, ayudado por el conde de Saldaña, Diego Muñoz, a los que Ramiro II se enfrentó, desposeyó y encarceló (943). El cronista Sampiro nos dice: «Realizada la repoblación de las ciudades del Tormes (Salamanca, Ledesma, Peña Ausende, Los Baños, Ribas y Alhandega fueron repobladas por leoneses, mientras que Sepúlveda se hizo con gente procedente de los condados castellanos), Fernán González y Diego Muñoz ejercieron tiranía contra el rey Ramiro, y aun prepararon la guerra. Mas el rey, como era fuerte y previsor, cogiólos, y uno en León y otro en Gordón, presos con hierros, los echó en la cárcel.» La ruptura se hizo pública en 943 y al año siguiente Fernán González estaba ya encarcelado y en Castilla había sido reemplazado por su rival, Assur Fernández y también por el segundogénito del rey, el infante Sancho a quien Assur Fernández serviría de ayo y consejero. Tras este descabezamiento las aguas volvieron a su cauce en Castilla y la autoridad regia leonesa, tras un envite de rebeldía castellana había conseguido que las tierras condales volvieran a someterse a su paz. La prisión de Diego Muñoz, conde de Saldaña, pudo durar sólo unos meses, mientras que la del conde de Castilla, Fernán González, debió de durar algún tiempo más, hasta la fiesta de Pascua de 945. Otro cronista de la época, Pelayo, nos cuenta: «Después, pasado mucho tiempo, dado juramento al rey, salieron del calabozo» (salieron, en plural). Y añade que además de prestar juramento de fidelidad, los condes le entregaron al rey cuanto tenían. Lo cierto es que el segundogénito del rey Ramiro, Sancho, el futuro Primero el Craso, que gobernaba Castilla junto con el conde Assur Fernández, durante todo el año 945 sigue figurando en los documentos y a su lado está el conde de Monzón. Sin embargo ya en libertad, Fernán González sigue proclamando su título condal, refugiado en la parte oriental de Castilla, cercana a la frontera riojana. El arabista francés de origen argelino Evariste Lévi-Provenzal llega a sospechar que durante estos años Fernán González pudo establecer algún tipo de amistad o de alianza con el califa de Córdoba. Para ello habla de «hechos elocuentes» ya que entre 940 y 950 no hubo ninguna expedición cordobesa hacia la frontera castellana. Todas las razzias de esa época van dirigidas hacia la zona occidental, es decir, hacia el núcleo leonés. La de 940 capitaneada por Ahmed ben Yala, va hacia la llanura leonesa; la de 944 mandada por Ahmed Muhammad ibn Alyar, penetra en el corazón de Galicia; la de 947 bajo el mando de Kand, un cliente del califa, lleva la misma dirección, aunque no logró pasar por Zamora; y la de 948 penetra hasta Ortigueira. A pesar de que Ramiro II era un rey bravo, impetuoso y batallador, tantas expediciones en contra, tan cadenciosas y tan atinadamente dirigidas hacia un mismo núcleo de poder, hicieron que su máxima atención se concentrara en la parte occidental del reino, descuidando mucho la parte más proclive a la insumisión, la castellana, lo que fue aprovechado por Fernán González para recuperar todo lo perdido, y tanto recuperó que las relaciones no tuvieron otra opción que la de «mejorar», incluso hasta restituirle los viejos honores con el título de conde. Su segundogénito, Sancho, regresó a León y Assur Fernández volvió a su condado de Monzón. Esta decisión puede que fuera el primer gran error de lo que vendría posteriormente. Ramiro no sólo liberó a los insumisos castellanos, sino que tomó la decisión de casar a su primogénito, el futuro Ordoño III, con una hija de Fernán González, Urraca de Castilla, hermana de quien sería el sucesor de ese condado, García Fernández, llamado el de las Manos Blancas. Esta última decisión, quizá estratégica, tal vez movida por intereses que desconocemos o simplemente empapada de inocencia inconcebible fue, probablemente, visto a posteriori, uno de los pasos más dolorosos para la esencia y el ser del reino propiamente leonés, ya que se introdujo en la realeza leonesa la vena castellana rebelde de Fernán González, primero en su sucesor y luego en la figura de su hija, a quien logró casar con el futuro Ordoño III, un rey prudente, de una prudencia y sensibilidad temerarias para la época y para las verdaderas intenciones de los mandatarios rebeldes y de la propia expectativa castellana, que obviaba todo tipo de remilgos. Un rey, en definitiva, que carecía de la energía, la contundencia y la robustez física y psíquica de su padre y, con el cual, coinciden todos los cronistas, empezó la decadencia leonesa. En una última campaña militar Ramiro II salió de Zamora (950) e invadió territorio musulmán, llegando hasta Elvora, que por influencia arábiga empezaba a llamarse Talavera, saqueando esta ciudad y el valle del Tajo, y volviendo a León con botín y la aureola inconfundible de la victoria. Después de estar en León hizo un viaje a Oviedo y allí se sintió enfermo y quiso regresar a la urbe regia, donde abdicó el día antes de la Epifanía, el 5 de enero de 951. Todavía vivió algunos días más, hasta que murió durante ese mismo mes. Fue enterrado en el monasterio que él mismo mandó construir, el de San Salvador, dentro de la urbe regia, y donde profesó su hija Elvira. Muerto Ramiro II, Fernán González logró de hecho la secesión castellana (pero no la independencia plena), y conforme a los usos de la Europa feudal vinculó hereditariamente el condado a su linaje.

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