Atenas

RESULTÓ como se esperaba. La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos fue una gozada visual. No era fácil. Primero, las ediciones anteriores (Barcelona revolucionó el formato) también resultaran vistosas cada una con su estilo. Segundo, el nivel de saturación televisivo es tal, que a priori casi nadie se espera que te abran la boca del pasmo y de dejen bien el cuerpo. Finalmente lo lograron. Cierto que los recursos de la Grecia clásica solamente estaban esperando a creativos de imaginación fértil. La pasta pondría el resto. Atenas 2004 comenzó con magnífico pie. Casi tres horas de espectáculo para la memoria. Desde ayer, TVE comenzó un maratón deportivo con casi 24 horas diarias de emisiones entre La 2 y La Primera. Pruebas en directo y mucho diferido porque es imposible seguirlo todo simultáneamente. Por lo visto ayer, la emoción está garantizada. El aperitivo del agónico Corea-España de balonmano, confirma que valdrá la pena seguir estos Juegos, sobre todo en cuanto los deportistas españoles pasen a disputar medallas. Sin embargo, y del mismo modo que no hay blanco sin negro, la realización televisiva está resultando muy convencional hasta el momento. Se asume que los grandes eventos deportivos (las Olimpiadas reinan) son excelentes ocasiones para demostrar los avances en tecnología y creatividad audiovisual. Por ahora, no.