Muerte negra

NO ES SARCASMO, pero así como no hay fiesta navideña sin turrón o verbena sin música, no hay verano sin goteo de pateras. O habría que decir agosto sin oleada de norteafricanos y subsaharianos intentando ganarse el "paraíso" europeo por esa gran puerta que es la costa andaluza. Con las Olimpiadas en Atenas y el follón de Irak, apenas hay espacio para el tema en los informativos, salvo excepciones. Una de ellas fue este fin de semana, particularmente crudo en cuanto a inmigrantes ahogados, desaparecidos o apresados durante su desesperado viaje, cuando estaban a punto de cumplir su espejismo. No hay verano sin que esta columna afronte el tema, aunque como es norma en el consumo televisivo, acabe por insensibilizar al espectador. Son tan reiterativas las imágenes y tan rutinarios los discursos que las acompañan, que acaban resultando indiferentes, sobre todo cuando las mafias siguen actuando y los políticos non dan solución al problema. Cadáveres de ahogados, rostros deshidratados, ojos sin mirada, que nos acostumbramos a esta muerte negra que a poco que se descuiden acabará convertida en subgénero informativo. A lo que se ve, el problema también afecta a otros países mediterráneos, y urgen soluciones. A este paso las muertes por accidentes de tráfico y por naufragios de pateras, pronto competirán con la canción del verano...