INTERFERENCIAS
Gran pitada
ASEGURABA la comentarista que nunca había visto nada igual. Se desarrollaba la final de barra horizontal de gimnasia artística, el participante ruso hizo un impecable ejercicio y los jueces puntuaron. Claramente a la baja y el estadio que se viene abajo con una pitada monumental. En principio, una reacción espontánea. Nada, paso al siguiente gimnasta. Era imposible. Y para colmo norteamericano, una bandera que tiene a la gente algo alborotada por causa de Bush, aunque el hombre era ajeno al follón. Sigue la pitada. La gente en pie. Gestos hacia la mesa de los jueces, con el presidente de la federación internacional hablando con ellos (les llamaría burros, se supone...). Transcurren los minutos y el ambiente se calienta todavía más. Se emite otro veredicto ligeramente corregido, pero es evidente que se trata de un burdo parcheo. Los organizadores descolocados. Finalmente sale el ruso al escenario, agradece el apoyo y pide calma. La prueba continuó y el ruso se quedó sin medalla. Otra vez los jueces, una de las vergüenzas de Grecia 2004, que por error también birlaron un oro a Corea. Queda fatal por la tele que un público multinacional (eran de varios países) se exaspere por unos fulanos que no tienen idea o tienen ropa que lavar. El olimpismo tiene una cita pendiente. De poco vale reivindicar las excelencias del deporte, si unos señores trajeados se dedican a tocar las... narices.