INTERFERENCIAS
Masacre
LA TELE también fue víctima del secretismo de las autoridades rusas sobre el secuestro de Osetia del Norte. Prohibir la cercanía de la cámaras cuando esta en riesgo a vida de los periodistas, resulta comprensible, pero decir que los rehenes son 300 en vez de 1.200 es una burda manipulación. Afirmar que los muertos son 10 cuando la cifra se acer-cará a los 500, es más de lo mismo. Por fortuna las cámaras seguían allí, y mientras oficialmentes minimizaban las conse-cuencias, las cámaras recogían gente sangrando y cadáveres. A saber qué moto vendería Putin de no haber cámaras... Fue otro gran día para la tele, al dar al minuto lo que ocurría en Beslán desde el jueves. Las au-toridades rusas afirman que el asalto fue acciden-tal y provocado por los secuestradores, pero la historia está en su contra (recuérdese el teatro de Moscú...). Nadie justifica a los terroristas, pero casi todos coinciden que hay métodos para minimizar las víctimas civiles, en su mayoría basados en la paciencia y el desgaste psicológico. El presidente ruso no está para esperas. Gracias a la tele, el mundo se queda con muchas dudas sobre lo ocurrido en Osetia. Lo visto ayer daba grima. Los críos, medio desnudos pero vivos, tenían pintado el terror en sus rostros. Terror a las armas de los terroristas, terror a las armas del ejército ruso.