Una brillante Kidman presenta en Venezia una película mediocre
Un mito del cine, Lauren Bacall, y una de las estrellas más rutilantes del panorama actual, Nicole Kidman, se encargan de dar lustre al segundo filme del realizador británico Jonathan Glazer, Birth . Gracias a ellas se salva parcialmente esta película, a concurso en el Festival veneciano, puesto que en los dos primeros pases la respuesta del público fue más de silbidos que de aplausos. Un guión endeble, que se manifiesta sobre todo en la banalidad de algunos diálogos en los momentos presuntamente más intensos de la cinta, es el principal causante de su irregular acogida. Birth pretende ser una exploración de la mente femenina cuando está en juego el amor y queda en una intriga poco brillante, a pesar del empeño de sus protagonistas, en especial de Kidman. La actriz australiana interpreta a una mujer que perdió a su primer marido y que, a punto de casarse de nuevo, recibe la visita de un niño de diez años que asegura ser su esposo y quien le pide que no contraiga matrimonio, para lo que aporta datos sobre su anterior vida en común. El hecho altera la estabilidad mental de la mujer y de toda su familia, en la que la madre es la que mantiene la cabeza sobre los hombros. En medio de una gran expectación, las dos actrices comparecieron ante en Venecia ante los periodistas, muchos de los cuales parecían estar en un campo deportivo, dados los vítores que les dedicaron, en especial a la veterana intérprete estadounidense.