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En «La Gran Vía es Nueva York» realiza una novela-mosaico de 96 estampas

Guerra Garrido convierte Madrid en la autovía hacia la modernidad

«No volveré a narrar sobre el País Vasco hasta que no pueda escribir la novela del posterrorismo»

Raúl Guerra Garrido acaba de presentar su último libro

Publicado por
Miguel Lorenci - madrid
León

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Si de Madrid se va al infierno, o cómo dicen al cielo, será necesariamente pasando por la Gran Vía. A esta arteria centenaria que ha soportado el pulso de la historia de la capital ha dedicado Raúl Guerra Garrido, madrileño de 1935 afincado en Donosti, su último libro, La Gran Vía es New York (Alianza). Es una novela mosaico que casa en un centenar de teselas las leyendas y realidades de una avenida que ha sido regia, popular, republicana y franquista pero «sobre todas las cosas, cosmopolita y una vía a la modernidad». «Para mentir bien hay que conocer mucho sobre la verdad que se trata, y en este libro heteróclito miento con conocimiento de causa y no cometo errores» afirma Guerra Garrido en el bar más legendario de la Gran Vía, Chicote. «Las anécdotas reales de la Gran Vía son más apasionantes e increíbles que las que cualquiera pueda inventar» asegura el escritor, que tuvo claro que la portada sería una surreal fotografía de Alfonso con un toro exangüe sobre los adoquines húmedos de la calzada tomada en 1928. «Quizá sea paradójico escribir ahora de Madrid a tantos años de distancia, pero toda mi obra novelística esta dedicada de una u otra manera al País Vasco. Un escenario al que no pienso volver a no ser que se pueda escribir la novela del posterrorismo» advierte Guerra Garrido. Melting pot «Como sabía John Ford, entre la realidad y la leyenda hay que optar siempre por la leyenda, o sino inventarla», asume Guerra Garrido, a quien le han sobrado historias legendarias para contar en muy diversos registros. Ha cosido un 'patchwork' colorista y vital, un fresco en el que conviven fulanas, aristócratas, estrellas de cine, toreros, estraperlistas, los socavones de los bombardeos y la tragedia bélica, la picaresca, la elegancia y, sobre todo, el cine. «La Gran Vía, trazada sobre el viejo y moribundo tejido urbano, fue una avenida hacia la modernidad que ganó esplendor con la aparición del cine, arte al que hoy sigue tan ligada», explica quien ganara el Nadal en 1977 con Lectura insólita de El Capital ' y que no entregaba nada a la imprenta desde Castilla en Canal , otro recorrido por la gran obra pública de la ilustración. «Este libro ni es novela, ni relato, ni historia, aunque tenga de los tres» dice Guerra Garrido, que entrecruza decenas de personajes, situaciones e historias. «Quizá sean las páginas amarillas o las mil y una noches de este escenario ideal que el la Gran Vía, en el que hubo y hay situaciones límites, sexo, violencia, amor y miles de relatos, pero sobre todo vida, mezcla y cosmopolitismo». Toma título el libro de una frase del escritor y periodista Ilya Erenbourgh que en República de trabajadore' apreció en los años 30 como aquella avenida bulliciosa y metropolitana no tenía nada que envidiar a Broadway o a cualquier gran arteria urbana del mundo. Algunos de su hitos son Chicote, el oratorio de Caballero de Gracia, la Casa del Libro. los cines de estreno, la vieja Asociación de la Prensa, los locales de alterne o el majestuoso Ave Fénix.